Bueno, pues aquí sigo (aunque ya os advierto de que el acto II de Siegfried no tiene maldita gracia...
):
SIEGFRIED ACTO II
El acto empieza con una acotación de Wagner que daría trabajo durante años a los que mantienen que se deben respetar las intenciones del autor en todo momento:
Interior de un bosque. En el fondo se ve la entrada de una cueva.
El suelo se va elevando hasta la mitad del escenario, donde forma
un pequeño llano; desde allí declina hacia el fondo en dirección
a la cueva, de modo que de ésta sólo se divisa la parte superior.
Hacia el lado izquierdo se distingue, a través de los árboles del bosque,
una pared rocosa llena de grietas. Noche oscura, aún más en la parte del
foro, donde la mirada del espectador no puede distinguir nada"
Vamos, igualito que esto:
o esto:
(Y por qué en ambas producciones Wotan lleva sombrero?????)
En fin, a lo que iba...el caso es que en este comienzo de acto nos encontramos con el repelente Alberich, a quien no veíamos desde el Oro del Rhin. El nibelungo está en la puerta de la caverna donde ahora vive Fafner, expectante...
Fafner se ha convertido ahora en un dragón, un repugnante y enorme reptil (que sí, que el hecho de que un gigante se convierta en un dragón contraviene todo principio biológico, pero peores cosas se han visto: Lucia di Lammermoor se muere dando un mi bemol sobreagudo...
).
De repente, Alberich ve llegar a alguien...ni más ni menos que a Wotan / Caminante (
)
Alberich se encoleriza:
"Qué coñ* haces aquí, oh, moderador de unanocheenlaopera??"
Pero
no tiene ganas de pelea y se limita a anunciarle a Alberich que él no pretende conseguir el oro y que van a llegar Mime y Siegfried.
"Tú ten cuidado con tu brother, corasón, que te va a terminar robando el oro"
se va y Alberich se oculta para ver la llegada, en efecto, de Siegfried y Mime.
Dice Wagner:
Llegan Mime y Sigfrido, éste con su espada pendiendo de un cinturón de tiras de cuero. (vamos, que mucho heroísmo, pero de moda andaba flojito el chico).
Mime le dice a Siegfried que es allí donde éste podrá, al fin, conocer lo que es el miedo. Siegfried se muestra escéptico y le dice al enano que tiene fuerza como para matar al dragón y a él, de paso. Siegfried, tan encantador como siempre, le dice a su padre adoptivo:
Retírate de mi vista
y déjame solo.
No puedo soportar más
tu odioso cariño,
tus repulsivas reverencias
y el guiño de tus ojos.
¡Cuándo dejaré
de verte por fin!
¿Cuándo me libraré de ti?
Mime se va a regañadientes y Siegfried se queda solo, disfrutando de la belleza del bosque y pensando en su madre y en su padre (son los famosos "murmullos del bosque"
).
murmullos
Aquí vemos de nuevo la dicotomía entre el Siegfried que odia a Mime, el Siegfried altivo y despreciativo y el Siegfried tierno y emotivo que tiene nostalgia de la madre a la que no conoció, la desventurada Sieglinde:
¿Cómo sería mi padre?
Sin duda como yo mismo.
Porque si Mime
tuviese un hijo,
¿no se le parecería
por completo?
Sería feo, moreno,
repulsivo, enano,
torcido, giboso y cojo;
tendría orejas colgantes
y ojos llorosos.
¡Basta con el monstruo!
No quiero volverlo a ver.
Y mi madre,
¿cómo podría llegar
a imaginármela?
Sus claros y luminosos ojos,
de seguro brillarían
como los de una corza,
pero mucho más bellos.
Aunque con dolor
me dio a luz,
¿por qué debió morir?
¿Morirán así las madres
de todos los hombres
al generar a sus hijos?
¡Qué triste sería suponerlo!
¡Ay, si hubiera podido
conocer a mi madre!
¡Oh, madre mía!
En éstas, Siegfried escucha a un pájaro cantar. Intenta comunicarse con él tocando su cuerno (
) pero no lo logra.
Lo que sí logra, en cambio, es atraer a Fafner, quien se despierta de su siesta y sale de su cueva.
"Y tú quién eres, ario?" -dice el gigante
Siegfried contesta:
"Coñ*, si sabe hablar este bicho y todo! Oye, tú no sabrás quién me puede enseñar lo que es el miedo?"
Como se dice por aquí: "buah, neno, qué kiada!"
...
Fafner, repone: "venía a beber, pero ahora también tengo qué comer".
Y se abalanza sobre Siegfried... se entabla una lucha y Siegfried logra matar al dragón.
Una vez muerto éste, Siegfried le arranca la espada del corazón, manchándose de sangre (vamos, que como asesino tampoco se ganaba la vida...
). Al llevar la mano llena de sangre a la boca (cómo? que por qué hace semejante cosa? pues no sé, pero como Wagner es el mejor libretista de la Historia, según sus fans, habrá que hacerle caso...
), se da cuenta de que ahora entiende el canto de los pájaros.
Concretamente, un pájaro le dice:
El tesoro de los nibelungos
ahora pertenece a Sigfrido.
¡Oh, si va a la cueva
en su busca!
Si se apodera del yelmo,
podrá servirle para
grandes empresas,
pero si elige el anillo,
lo hará dueño del mundo.
(ADVERTENCIA: si escucháis la grabación de Solti, en la que Joan Sutherland canta este papel, necesitaréis beber sangre de dragón para entenderla...
).
Siegfried se mete en la cueva de Fafner...fuera, aparecen Alberich y Mime discutiendo...que si el tesoro es mío, que si de qué vas, que me lo des a mí que con mi pensión no alcanzo a fin de mes...y sale Siegfried, con el yelmo y el anillo.
El pájaro le dice:
El yelmo y el anillo
ahora pertenecen a Sigfrido.
¡Oh! que no se fíe de Mime,
el traidor.
Si Sigfrido escucha atento
las falsas palabras del farsante,
podrá comprender a su antojo
los propósitos de Mime,
por virtud de la sangre que probó.
Y, en efecto, Siegfried ahora tiene un superpoder...es capaz de oir a la gente decir lo que en realidad piensa, en vez de lo que de hecho dice (curioso poder que no querría para mí...
).
El pobre Mime intenta halagar a Siegfried, pero éste oye lo que, en realidad, quiere su padre adoptivo: narcotizarlo, matarlo y robarle todo.
Siegfried se enfada (por una vez con razón) y mata a Mime...
.
El pajarillo, contento por la "hazaña", le dice, por último, a Siegfried:
Ah, Sigfrido ya mató
al enano malvado!
Conozco para él
una mujer sublime que duerme
sobre una elevada roca;
el fuego circunda su lecho.
Quien logre franquear las llamas
despertará a la virgen
y Brunilda será suya.
Siegfried se pone muy contento por esta genial idea. El pajarillo le advierte de que sólo aquél que no tenga miedo podrá cruzar el fuego mágico.
"bah, fuegos a mí...no ves que no sé lo que es el miedo?" contesta, ufano él.
Y sale, en medio de la apoteosis orquestal a por Brünhilde...