1952
Orch. RAI Torino, Franco Capuana (d.)
Lina Pagliughi (Amina), Ferruccio Tagliavini (Elvino), Cesare Siepi (Rodolfo), Wanda Ruggeri (Lisa), Anna Maria Anelli (Teresa), Pier Luigi Latinucci (Alessio)

Esta es una inconmensurable grabación de más de sesenta años que no ha perdido su frescura. La dirección de Capuana es delicada, idiomática, sentida (para ser un trueno como habitualmente es); Pagliughi está perfectamente caracterizada: frágil, doliente, dubitativa. Tagliavini ES Elvino, con todas sus virtudes y sus muy pocos defectos; y Siepi nos regala un Rodolfo señorial, dominante y tremendamente lírico. No hay quien dé más.

Pues de frescura no es que la Pagliughi estuviera sobrada en ese registro.

Usted es como el Pepito Grillo del Foro; suelta la excreta pero no la fundamenta. La Pagliughi tiene entonces cuarenta y cinco años y está estupenda, aunque no sobrada. Yo hablo de la grabación en general, que me parece perfectamente adecuada, dentro de su clasicismo, con una soprano de indiscutible renombre, un tenor de campanillas y un bajo muy joven con una voz y un futuro por delante que atestiguarán los años venideros.

No me pagan por argumentar.

¿Y sí por excretar?

Si desea hacer realidad alguna fantasía parafílica, le sugiero que busque en otros foros especializados.

No se escude en el nihilismo, ni en la ironía linfática propia de críticos reduccionistas. Simplemente, ha soltado un tontería sobre esa grabación y doña Lina y ahora no sabe cómo salir del embrollo -causado fundamentalmente por su precipitada alusión a las decadentes prestaciones de la soprano-. No es que la protagonista goze de una plenitud digna de sus años mejores, pero su interpretación es canónica y mesurada. No se ponga estupendo y reconozca que ha metido la pata.