Siddharta escribió:
El personaje de Juan carece en la obra de todo rasgo de humanidad. Es un tótem puritano (en el sentido original del término, no el victoriano), cuyas motivaciones son difíciles de entender si excluímos por principio -y podemos no hacerlo y asunto arreglado- la explicación religiosa. En cierto modo aparece deshumanizado, capaz de resistir la atracción irrefrenable que ejerce Salomé como la luna sobre los océanos.
En absoluto de acuerdo. Me cansa la idea de que Juan sea poco humano. Si bien sus profecias -y la música que pone Strauss para éstas es clave- le sitúan como alguien lejano, cuasi-divino, acto seguido nos encontramos con alguien que tiene dudas, dificultades, una tensión constante y creciente para hacer frente a Salomé, nos encontramos incluso a alguien que llega a violentarse, a perder el control (y aquí de nuevo Strauss subraya el contraste como el que mejor...). Eso es humanidad con mayúsculas, desde mi punto de vista. Me alegra que haya diversos puntos de vista, para cuando tratemos a Juan en el turno del hilo de personajes. Vaticino polémica.
Siddharta escribió:
Narraboth, que es un hombre mucho más cercano al espectador, sí es una víctima real (menor, pero más real), que ayuda a entender a la gran víctima.
Aparte de que insisto en que te pasas de metafísica buscando realismo (ante lo cual, flipo), no veo en qué sentido Narraboth es más cercano al espectador. Topicazo, quiero decir, el verlo así. Como si el espectador no se pudiera ver reflejado en Juan, en esas eternas tensiones que presiden sus dudas. Narraboth es, en este sentido, demasiado plano para cualquier posible identificación como la que sugieres. Carece de la mínima complejidad exigible para ello.