No pretendo cortarles el diálogo, ni ahogar sus interesantes propuestas en un mensaje paquidérmico. Pero yo sigo con mi ambicioso proyecto, porque si no me embalo me corto.
Alberich, si hay algo que soy es claro como un riachuelo de Garcilaso
Pretendo ofrecer al mundo una lista de diez películas para ver este verano. Y me pareció apropiado que la primera fuera una peli de catástrofes, por lo que tienen de festivas. Con ello no quiero interrumpir el flujo normal del hilo, por supuesto (aunque ya me gustaría tener ese abusivo poder, ya).
La película que propone Abdallo es una buena película de catástrofes; pero seria, y casi respetuosa (por ejemplo, la peli coreana Haeundae, también del subgénero quevieneunapanzádeaguaacorrertodosperoya (y es tarde), nos ofrece un sentimentalismo postizo para esconder el hecho de que sólo le interesa mostrar escenas de desolación cachondona). Es, en suma, hasta triste.
El cine de catástrofes, tal y como lo entiendo, tiene que ser alegre y optimista. Te tiene que dejar con ganas de tomarte un polo de un sabor escandaloso y darte un paseíto por la orilla, silbando una melodia pegajosa pesadísima. Las de zombies entran en esta categoría totalmente (salvo The Road, que me dio mal rollo). A lo mejor lo que revelo con esto es mi obscena sociopatía, pero, puesto que soy anónimo, para qué mentir.
Se me ocurrió primero Qué verde era mi valle, con las refrescantes connotaciones del título, pero más bien para dármelas de graciosete (cute, como dicen los USAntes, y, no engaño, casi todas las películas que he mencionado y mencionaré en este hilo desde sus inicios lejanos son de ese país). Pero la catástrofe ahí es demasiado elusiva y elegante, casi estatuesca. Con qué postura tan elaborada suben los supervivientes en el ascensor (que seguro que no se llama así, que me perdonen los ingenieros de minas y mineros): ni el grupo del Laocoonte. El espectador sonríe un poco. Ford, Ford, no te nos pongas demasiado artístico, que no te hace falta.
Así que mi primera recomendación es:
Daylight, Pánico en el tunel. Vale, tira a mala, pero entretiene, hay agua por un tubo, y debe de estar más fría que un saludo entre Merkel y May. Sale Stallone tomándose a sí mismo casi en serio (lo que ya bordea el desastre sin necesidad de que se derrumben túneles) y, todavía más importante, se salva el perro, señores. Y se salva de una forma tal que obviamente pretende insultar la inteligencia del espectador, que es la única forma honrada de hacer algo así en una peli.
Como no soy tan malo como parezco, otra peli que es un poco mejor: La Niebla, de Darabont, en la que no me cabe ninguna duda de que si hubiera un perro no sólo no se salvaría, sino que formaría aprte de la dieta de los supervivientes. Sí, es ante todo una peli de terrrrrror numinoso Lovecraftiano, pero si el fin del mundo no les parece una catástrofe es que son ustedes votantes irredentos de Trump (no me meto en políticas, sólo busco el efecto más o menos cómico: pongan otro nombre ad hoc).
Supermagno (como escribiría el añorado Ulysses, y hasta suena bien): las de Godzilla y Gamera y tal tienden a ser películas del tipo a boy and his dog, pero sí que se merecen una mención.