Yo escribí éste relato. Lo puse en otro hilo (que han cerrado) sin saber que ya existía éste. Espero que os guste.
LA SOMBRA
Cuentan los habitantes de un pueblo cercano a la serranía de Cuenca, una leyenda que ninguno de ellos ha podido olvidar aun. De hecho, año tras año los padres la cuentan a sus hijos por temor de que vuelva a ocurrir.
A mis oídos llegó sin querer saberlo, pero no me queda elección alguna que contar la historia que tanto asombro causó, por lo que pueda pasar:
Era una hermosa y calurosa mañana de verano. Las praderas del pueblo Serranillo estaban secas y chamuscadas por el Sol, pero podían observarse algunos tallos verdes en el suelo.
A lo lejos de las casas, se divisaba un árbol, un árbol con un tronco peculiar, lleno de nudos pero estilizado, con hojas pequeñas y ramas enroscadas.
A los pastores les encantaba tumbarse a su sombra y descansar un poco cuando regresaban de los pastos. Pero al anochecer, cuando el Sol comenzaba a esconderse, aquel árbol dejaba de ser lo que era, pues su sombra empezaba a desvanecerse y llegaría a un punto en el que desaparecería.
Entonces, en un intento de no perderla, aquel árbol hizo que su sombra se desprendiera de él y vagara por los alrededores buscando la luz que necesitaba para reflejarse en el suelo.
Conforme se acercaba al pueblo, pues allí las farolas alumbraban las calles, se hacía notar con un sonido como si fuera un susurro, un suspiro cautivador.
De noche apenas había gente en las calles, pero siempre alguien paseaba. Incluso niños a veces jugaban en la plaza. Eso era peligroso, pues todo el que viera a esa sombra, quedaba cautivado por ella y su atrayente susurro.
La sombra llegó sigilosamente, buscando a personas que quisieran satisfacer su curiosidad de saber que haría. El miedo se apoderaba de Serranillo. Hombres, niños, mujeres y chicos, muchos de ellos desaparecían siempre de uno en uno. Cuando veían la sombra, el individuo la seguía adonde fuera y así eran arrastrados por ella. ¿Hacia dónde? Nunca se ha sabido, pero todos desaparecieron. Ni siquiera hay prueba de que morían. Algunos habitantes dicen que los llevaba camino de un pozo para que se tiraran por él, otros que la tierra se los tragó, y unos cuantos preferían no opinar.
Pero conforme la noche pasaba y comenzaba a amanecer, la sombra volvía a su árbol y allí permanecía quieta, apacible.
Todo el pueblo se puso de acuerdo en ir a talar ese árbol y así acabar con su sombra… ¿cómo supieron cual era? ¿por qué no lo hicieron antes de que se llevara a tanta gente? Nadie quería responder a esto. Quizás sea por temor a que vuelva a ocurrir, porque aun talado, el árbol podría crecer y dar lugar a una sombra tan arrebatadora como la que hubo. Podrían talarlo frecuentemente o arrancarlo, para que no ocurriera. Pero a los pastores les entristecería muchísimo no contar con un árbol de tan buena sombra, para refrescarse en días calurosos.
- Lección:
“La estupidez humana llega a tal punto que no logramos entender. Aunque algo nos perturbe, nos de miedo o nos impida sentirnos realizados, la mayoría de las veces no lo echamos de nuestras vidas. Permitimos que siga ahí como si perdiéramos algo o lo necesitásemos, cuando la realidad es que queremos eliminar los problemas “de raíz” y si no lo hacemos, “nos arrastrarán” ”.
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