8. Un libro marítimo y salado
Ahora el problema no es que no se me ocurra ninguno, sino que hay demasiados. Vamos a ver, para empezar por España, las inquietudes de Shanti Andía, de lo mejorcito de Baroja. La estrella del Capitán Chimista y los pilotos de altura son entretenidos, pero don Pío empezaba a estar mayor y a escribir lo que a él le divertía, sin importarle mucho más, y son libros un poco abigarrados de peripecias caprichosas, a veces repetitivas, a menudo llenas de imaginación, pero con muy poco orden y bastante poco personaje; es decir, con infinidad de personajes, pero personajes con poca vida. Como propina, lean esta bella viñeta de Baroja: Ángelus:
https://narrativabreve.com/2013/12/cuen ... gelus.htmlTenemos Moby Dick, claro, y la narración de Arthur Gordon Pym de Nantucket, muchas cosas de Conrad (el negro del Narciso, por ejemplo, que en anglosajonia nadie se atreve a leer porque su título original es The Nigger of the Narcissus), la batalla naval del Cantar de Heike (sólo son unos párrafos, en una obra de cientos de páginas, pero que valgan como baliza para guiar al lector hacia la lectura de semejante monumento literario), los Naufragios de Cabeza de Vaca, las Soledades de Góngora (Borges se burlaba malignamente de la figura ideada con tanto mimo por el poeta cordobés según la cual el sol sorbía o esnifaba el agua marina de las ropas del náufrago), la Tempestad y cuarenta mil títulos más. Tampoco podemos olvidar a Richard Hughes. Su novela más famosa, A High Wind in Jamaica o Huracán en Jamaica, ya la ha leído todo el mundo, y el que no lo haya hecho es que es un imprudente, pero In Hazard (En peligro), la insoportablemente tensa descripción de las angustias de la tripulación de un barco atrapado en un huracán, no es desdeñable. Todo lo contrario; si acaso es muy deñable. The Open Boat, de Stephen Crane es una preciosidad. The Riddle of the Sands (el Enigma de las Arenas), de Erskine Childers, es una elegante y muy salada novela de espías ambientada en el Báltico. La acción de una de las mejores novelas de Wodehouse - de entre las que no tienen como protagonistas ni a Jeeves ni a Bertie Wooster ni a ningún pariente de Lord Emsworth (bueno, quizás a alguno político) - The Luck of the Bodkins, tiene lugar en un transatlántico. En fin, a ustedes también se les ocurrirán decenas de ejemplos.
Pero voy a recomendar una novelita del primer autor mencionado: el Convento de Monsant, de Pío Baroja. Chico ama a chica. Chica es enviada a un convento en una parte innaccesible de la costa para protegerla de las acechanzas de chicos como el chico que ama a la chica. Personaje atrabiliario de Baroja se vuelve sentimental y ayuda a extraer a la chica del convento.
En su deleitable y sensata La Novela Española Contemporánea, Eugenio de Nora dice lo siguiente de esta obra: "Es una narración de extraordinaria amenidad, gracia y simpatía; verdadera obra maestra en tono menor en la que Baroja llega, con una admirable economía de medios y ausencia de pretensiones, a la culminación de su arte como novelista puro". Yo seguí su consejo, la cogí de la biblioteca y no me quejo.
Eso sí, no esperen una acción trepidante como los Aliens de Cameron o algo así. La narración tiene más encanto que aventura, pero aventura hay.
La novelita se ha editado en un libro, o más bien en una libreta, de forma separada, pero se encuentra originalmente en unos de los volúmenes de las Memorias de un Hombre de Acción; el llamado "La Ruta del Aventurero", de 1916.