No quería yo entrar a fondo en el tema de Tolkien, que da para tanto, porque podríamos desviarnos demasiado del objeto central del hilo. Pero sí me gustaría lanzar algunas ideas.
Vamos a ver... No sé si cuando Gino, con su habitual desparpajo, habla de "frikadas adolescentes" aplica el término sólo a las cinco películas que, hasta el momento, Peter Jackson ha realizado adaptando la obra literaria de Tolkien --denominación que, por otro lado, es absolutamente discutible por muchas razones cinematográficas, tecnológicas y estéticas en las que ahora no vamos a profundizar-- o si, por el contrario, lo hace extensivo también a las propias novelas. Si fuera este último el supuesto, la cosa no sólo denotaría un absoluto desconocimiento de lo que fue (y ha supuesto) el trabajo de creación literaria realizado a lo largo de décadas por Tolkien --un profesor de filología especializado en el mundo de las lenguas célticas y anglosajonas (que fue capaz de hacer surgir ex novo todo un mundo, su teogonía, su mitología, las lenguas de sus habitantes, etc.)--, sino que también pasa por alto la enorme importancia que dichas novelas han tenido desde que se publicaron en el mundo anglosajón --donde se estudian, incluso, a nivel académico-- y en el imaginario de millones de lectores en todo el mundo (claro, que gran parte de su valor, novedad y grandeza pierde sentido para quienes no somos angloparlantes). ¿Todos ellos frikis adolescentes? Pues no sé... Quiero decir que, salvando la diferencia, lo que hizo Tolkien no está demasiado alejado de lo que nos ha transmitido Hesíodo. El autor británico --tomando un poco de aquí y otro de allá de los mitos y arquetipos universales y añadiendo cosas de cosecha propia-- logró crear una mitología propia de (y para) los anglosajones (ya que la original, la que encontramos reflejada en el mundo de Beowulf-- había terminado cayendo en el olvido tras la conquista normanda de Inglaterra, ante la influencia de lo francés --ciclo artúrico, etc.-- con mitos y leyendas transformados que ya no eran los autóctonos de las islas. Otra cosa es que lograra hacerlo con gran calidad literaria, pues tal como ha señalado Khayman Tolkien no se caracterizó precisamente por su enorme talento como narrador (vamos, que no era Dickens, ni Galdós, ni Dostoievski, ni Balzac). Pero la tarea intelectual realizada en torno al mundo creado por él es de impresión y no un producto de "frikis".
Que luego esta creación tolkeiniana --gestada en un ambiente cultural muy concreto y en el seno de un grupo de jóvenes intelectuales con sólida formación académica-- se haya visto trivializada por manifestaciones (vídeojuegos, juegos de rol, etc.) que solemos identificar de manera prototípica (aunque equivocada también) con adolescentes llenos de espinillas y picores genitales insatisfechos no significa, ni mucho menos, que carezca de importancia como ejercicio literario y aventura intelectual de gran trascendencia. Y conste, por si acaso, que estas afirmaciones las hace uno que no es, en absoluto, seguidor de Tolkien. Pero sí creo que algunas manifestaciones culturales que suelen identificarse habitual y despectivamente con lo popular --la literatura fantástica, la historieta, etc.-- son menospreciadas sin motivo y sólo por el desconocimiento que de ellas tiene quien suele hacerlo, ignorando el potencial creador y la influencia que han ejercido como iconos sobre la cultura que vivimos diariamente.
_________________ "Tornate all'antico e sarà un progresso" (Giuseppe Verdi, compositor y genio).
Esto y otras muchas cosas más en Desde el Nibelheim
|