Como diría Cicerón, O tempora, o mores!

Afortunadamente ahora no hace falta ser un Vanderbilt y llevar encima las pieles de un bicho muerto para ir a la ópera (ni siquiera cuando se trata de un estreno)...

De acuerdo, pero tampoco los extremos que he visto en ese mismo teatro en estos tiempos, de personas que se sientan en las butacas en camiseta de tirantes y tenis.

Seré anticuado, pero cada cosa en su lugar y en la mayoría de los casos lo hacen solo por desentonar y provocar, pues hasta terminan sintiéndose incómodos.

Efectivamente: es que los extremos (casi) nunca son buenos. Y la mala educación, o el no saber estar tampoco es justificable...

No me importaría viajar en el tiempo y disfrazarme de señorona si me dejan asistir ir al Otello de Martinelli, Caniglia y Tibbett, que fue lo que sonó aquella noche del 21 de noviembre de 1938.

Y la debutante en sociedad, un poco asustada, tampoco estaba de mal ver y sin excesos de ropaje.

Bueno, en cantidad sí.

Panizza parece Stravinski...

Esa fotografía es muy rica no solo para un análisis sociológico, sino incluso del gusto por la ópera.

Se puede evaluar el porcentaje de asistencia por género, edades, etc.

¿Es, quizá, producto de mi imaginación, o el foro está próximo a extinguirse...?

(y conste que lo digo como simple reflexión, sin reproche alguno y tomando conciencia de mi propia responsabilidad en dicha situación...).

Hombre, es agosto y hay foreros de vacaciones, de ahí que las participaciones caigan. No mate al foro aún , a ver si los que quedamos aquí animamos un poco esto.

El consabido letargo vacacional es lo que tiene, estimados amigos; el calor, la molicie, las vacaciones y los biorritmos de esta estación no son los mismos que en las otras. Si, como se ha señalado, hay además que añadir ausencias, pues está todo justificado. Los foros difícilmente llegan a extinguirse si hay un núcleo de participantes fieles; y, por lo que he visto y leído en este tiempo que llevo aquí, los hay en calidad y número suficiente.

Diez cosas que distinguen a los verdaderos melómanos.

1 No apagas el motor hasta que acaban de sonar las últimas notas en la radio del coche

2 Te tomas el primer café tarareando un coral de Bach

3 Adivinas qué obra está sonando tras los pocos compases

4 Cuando vas a los grandes almacenes para acompañar a alguien le dices que le esperas en la sección de discos

5 Aún guardas la colección de vinilos con los primeros LP que compraste

6 Te irrita que el público aplauda en la parte lenta de la marcha Radetzki

7 Sufres cuando alguien le quita el celofán al caramelo en pleno concierto

8 Avisas a tu acompañante con un gesto un segundo antes de que el tenor ataque la nota aguda

9 Sientes desasosiego cuando el compositor se enreda y tarda en resolver la armonía para volver a la nota tónica

10 No soportas el Rataplán de la Fuerza del Destino

Esa es, además, una Verdad Universal.

Pues un servidor le acepta una sola frase al maestro Muti: en Verdi no hay ni una sola nota vulgar o que sobre.

A mayor abundamiento, tampoco un pasaje completo que sobre. Y si lo canta Giulietta Simionato no puede haber queja alguna con el Rataplán.

Bajo ese criterio, se deberían lapidar también las cuitas de Trabuco o Fra Melitone.

Pues yo les tiro la primera piedra.