Totalmente de acuerdo con su última frase.
Decía hace unos años el gran Steve Van Zandt, "somos los últimos de una especie, sacamos un álbum, lo defendemos en la radio y lo presentamos en directo a nuestros fans". Y tiene razón, sobre todo en lo más profundo: el concepto de álbum está desapareciendo. Yo sigo teniendo mi ipod ordenado por álbumes que escucho enteros; pero la generación de spotify, se dedica a coleccionar canciones sueltas sin más. Por no hablar de la muerte de los grandes compositores, cantantes, instrumentistas, grupos a manos de los hacedores de refritos (léase DJs).
Claro que son opiniones de acuerdo con los gustos de cada uno. Le recomiendo lea el artículo entero de Manrique, de lejos el mejor crítico de música pop-rock del país, lo que el refleja sobre la grandeza de su Let's Dance, que ni de lejos su mejor disco, aunque yo le tenga un cariño especial pues es parte de la banda sonora de mi adolescencia, es su trascendencia. En efecto, es uno de los 4 ó 5 discos que definen el sonido de los 80, de ahí su relevancia. Y claro que es comercial a más no poder, que es lo que recalca el periodista.
La frase que usted menciona del añorado Carlos Berlanga (de una gran canción del pop patrio por otra parte), creo que tiene mucha más enjundia que decir que su grandeza se queda en ese año. En 1973 Bowie deja de ser un músico inglés, cierto, y pasa a ser un músico global. En ese año rompe con el glam y se zambulle en el sonido de Filadelfia y crea el Thin White Duke. Diamond Dogs, Young Americans y, sobre todo, Station to Station no son obras menores, ni de lejos. Ahí se ve su una vez más carácter visionario con colaboraciones con un joven Luther Vandross o descubriendo en 1974 la grandeza de un entonces ignoto Bruce Springsteen, grabando unas muy buenas versiones de It's Hard To Be A Saint In The City y Growin up, que verían la luz años más tarde.
Luego vendría su periodo berlinés, de la mano de Brian Eno, que para nada puede considerarse una época menor. Quizás su última obra maestra sea el Scary Monsters de 1980, por cierto, con Roy Bittan por tercera vez tocando los teclados.
A partir de ahí, sí, se vuelve una megaestrella y tras el bombazo del mentado e influyente Let's Dance, su música pierde calidad y relevancia. Y si, es bien sabido que las finanzas del Mr. David Jones eran de las mejor saneadas y mejor gestionadas del show business y, como también dice Manrique, si seguía actuando o publicando no era por falta de parné.
No conocía la historia del Walk on the Wide Side, pero no hace más que hablar de la grandeza de Bowie.
Estas charlas funcionan mucho mejor con una buena cerveza alzada a la salud del Starman