Otra cosa que no me gusta nada, y que la mayor parte de las veces me ocurre en el autobus (aunque no siempre; alguna vez me ha pasado en un concierto) es que el/la de al lado se me ponga a hablar de pronto, sin ni siquiera decir buenos días. ¿Por qué gente a la que conoces de nada se toma esas confianzas?. Y encima, normalmente es para decir alguna frase hecha, como "Nos llevan como a borregos", "A éste dónde le habrán dado el permiso de conducir" y cosas así. Cuando eso ocurre, me pongo a mirar por la ventana hasta que el otro se cansa. Salvo una vez, que el individuo era tan brasas que acabé diciéndole, con la cara más ceñuda que supe poner: "Perdone, pero no le conozco de nada. Y estoy seguro de que usted a mí tampoco". Y al fin, se calló.

Eso, precisamente eso, aparte de los melones y los chipirones a la plancha, es lo que suelo poner como ejemplo del encanto de este país: que la gente habla con la gente (desconocida)! Y va a menos. Y vais a acabar como en Alemania que nadie habla con nadie. Antes, las señoras (eran todo señoras) hablaban en la cola de la carnicería, aparte de pedir la vez echaban una parrafada sobre cosas en general y en particular.Nada trascendental, función fática del lenguaje. Ya nada. Cada uno a su rollo y no me hables que no te conozco!!