He tenido la oportunidad de ver una previa de lo que será sin duda uno de los musicales más celebrados de los próximos años que se estrena el próximo 16 de agosto en Londres y que en 2017 irá a Broadway.
GROUNDHOD DAY (El día de la marmota)
Obra maestra, 5 estrellas sobre 5.
Creo que todos recordaremos su original cinematográfico, esa deliciosa comedia de 1993 que gana con los años porque es más profunda de lo que parece. Esa película fue mal titulada en español "Atrapado en el tiempo" y fue protagonizada por un Bill Murray en estado de gracia.
Se lleva hablando muchos años de adaptar esta historia para el teatro, pero muchos vieron demasiadas complejidades. En 2003 Stephen Sondheim se puso en el proyecto pero 5 años más tarde lo aparcó al ver las dificultades para traspasar la película al teatro y mejorarla.
Pero es ahora con el propio guionista de la película Dani Robin, y uno de los compositores del momento, Tin Minchin, autor del celebradísimo musical Mathilda, que a mi personalmente no me gustó tanto.
No es un musical para que sus principales canciones se conviertan en clásicos a lo fantasma de la ópera o Les Miserables, aunque la música es agradable, con tendencia jazzística en ocasiones. Es una obra de más esencia teatral, una trepidante comedia con ciertos toques reflexivos y genialmente interpretada por un protagonista Leo Andrew, que hace el papel de Bill Murray en el film y sencillamente lo borda en uno de los papeles más extenuantes que recuerdo en un teatro.
Quizás la verdadera protagonista de esta obra es la producción, absolutamente genial, no ta da un respiro y está repleta de excelentes trucos teatrales y maravillosos efectos. Pero no es tampoco una producción muy pomposa en el sentido por ejemplo de la llegada del helicóptero en Miss Saigon, sino una producción fresca que recurre a la imaginación para hacerte creíble en escena una multitud de sucesos que ocurren trepidantemente y que se repiten con sus variaciones a una velocidad de vértigo. El escenario está realizado con un enorme disco giratorio que contiene otro mediano y con otro más pequeños tanto en el interior del mediano como en el área del grande no ocupada por el mediano.. La precisión de los cambios de los elementos escenográficos realizados siempre por los propios secundarios es asombrosa y estoy seguro que hay mucha matemática empleada en esta producción. Es una lástima que este tipo de teatro de sublime categoría en la dirección de actores, en la adecuación física de los roles, en la perfecta planificación escenográfica no pueda llegar a la ópera. Es cierto que las premisas que necesita un Tristan e Isolda no tienen que ver con las dinámicas de esta comedia, que necesita otra dinámica más directa y menos filosófica, que no es lo mismo hacer una producción para 10 representaciones que para 10 años, pero la sensación es de que el talento que está ahora en el West End no se ve en la ópera, porque, salvo pequeñas excepciones, los directores operísticos se van demasiado por las ramas o sencillamente no saben lo que hacen. Inolvidable el momento mágico cuando se para el tiempo en la fiesta y la sensación de fotografía con las luces de discoteca que se quedan estáticas ayudadas con una iluminación que provoca un cierto efecto de imagen difusa, como de fotografía con elementos en movimiento, increíble. El final precioso.
Una auténtica delicia. 100% seguro que se llevará el Oliver award al mejor musical el año que viene, continuando con la categoría de los útimos ganadores, como fueron la exuberante Kinky boots este año y la genial Sunday Afternoon del año pasado, que volveré a ver el miércoles.
Hay ahora en cartel muchas obras interesantes que recomiendan un paseo por Londres, porque se han estrenado en los últimos años magníficos musicales, y se pueden ver tanto los clásicos de los 70-80 como algunos de los 50. Hay una nueva versión de Show Boat y ahora en breve si tengo tiempo voy a una matinée de lo que ha sido el estreno europeo de Allegro, el musical de Richard Rodgers and Oscar Hammerstein II que se estrenó en Broadway en 1947.
GROUNDHOD DAY, si van a Londres, no se la pierdan.
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