Un poco metido en los dibujos animados que encuentro en Netflix, en especial los que duran unos 11 minutos por episodio, porque eso de ver una peli perfectamente satisfactoria en tan poco tiempo, y que te quede tiempo de ahondar 50 páginas más en, pongamos, le Bossu, de Feval (as recommended by Despinetta) antes de apagar la luz, tiene sus ventajas en términos de economía horaria.
Adventure Time es estupenda (sobre todo un triunfo de diseño y libertad de invención), Avatar entretenidísima, Hilda deliciosa y delicada, Steven Universe tiene sus momentos, pero la serie que de verdad me ha cautivado es Más allá del jardín (Over the Garden Wall). Sólo una temporada, con diez cortos episodios. Se puede ver de un tirón, en plan película, y tan contentos.
El diseño es delicioso, con una ambición vintage muy conseguida, porque no se acartona ni es impersonal. Hay una evocación casi continua de los viejos dibujos de los Fleischer o de las Silly Symphonies de Disney (de éste de forma especialmente intensa en el capítulo de Babes in the Woods), así como alusiones concretas a Miyazaki (sobre todo en el personaje de Auntie Whispers, y en las tortugas) y a otros autores. La animación es somera, como en todas estas series televisivas, pero consigue con astucia impartir notable vivacidad a los personajes y fondos. El juego de fondos, iluminación y perspectivas es sorprendentemente evocador. La historia atrae y tiene un gancho que culmina la narración satisfactoriamente, con algún remanso narrativo que, además de ser agradable, la da un poco de aire a la trama. La música tiene un tono anticuado por demás refrescante, con su instrumentación añeja y sus melodías como de music hall o del tipo de cosa popular que cantaba John Mccormack. El trabajo con las voces es estupendo, con algunos nombre conocidos, como Samuel Ramey, Bebe Neuwirth, Tim Curry, Christopher Lloyd (quizás un poco excesivamente Christopherlloydiano), Shirley Jones, e incluso alguna pincelada de una tal Deborah Voigt. Me hubiera sorprendido la delicadeza con la que Elijah Wood retrata a uno de los dos protagonistas si no hubiera disfrutado antes de la colmada lectura completa que ha dejado este actor (tan cargante en ocasiones) de las Aventuras de Huckleberry Finn.
De forma crucial, los dos personajes principales, el adolescente, Wirt, y el niño, Gregory, están trazados de forma muy afortunada, y el retrato de la relación de hermanos con edad tan dispar es del todo convincente y crea una atmósfera continuada de tierno humorismo.
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