Antxi, no pienses en esto que te transcribo como un poema de amor divino. Léelo simplemente como la historia de una chavala que sale por la noche de su casa cuando ya sus padres se han dormido, para verse en un jardín con el maromo con el que sueña...
<center> La noche oscura
En una noche oscura,
con ansias en amores inflamada,
(¡oh dichosa ventura!)
salí sin ser notada,
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
(¡oh dichosa ventura!)
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquésta me guïaba
más cierta que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.
¡Oh noche que guiaste!,
¡oh noche amable más que el alborada!,
¡oh noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería,
y todos mis sentidos suspendía.
Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el amado,
cesó todo, y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado. </center>
Y luego dime que no es simplemente maravillosa... El chaval que se duerme con la cabeza en el pecho de la chica, y ella le enrosca los dedos en los rizos (sí, admito que esta alusión va con segundas), mientras el aire hace de los cedros un abanico sólo para ellos dos...
Voto, claro, por Juan de la Cruz.
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