György Kurtág: Fin de partie (Teatro alla Scala, 2018)Es una lástima que este hilo lleve casi un año abandonado porque resultaba una verdadera mina para sus pocos pero fieles seguidores, aun asumiendo que muchos de los títulos mencionados tienen un interés muy discutible. En espera de que el señor Marqués lo retome, me permito la licencia de reflotarlo con lo que creo que ha sido el estreno más importante de estos últimos meses: la primera ópera del nonagenario György Kurtág, que acabo de escuchar.
Kurtág es uno de los cuatro o cinco compositores vivos más reputados y, en mi humilde opinión, con toda justicia. Obras como
Stele y buena parte de sus piezas para cuerda le aseguran un lugar en la historia de la música contemporánea. Su música vocal se ha basado casi siempre en la palabra de grandes literatos como Kafka (estupendos
Fragmentos), Hölderlin o el propio Beckett, cuyo
Endgame llevaba décadas tratando de convertir en ópera. Que lo haya conseguido a los noventa y dos años ya es de por sí asombroso -el único compositor en activo que puede competir con él es el ruso Rodion Shchedrin. Pero es que, además, el resultado me ha parecido excelente. Primero por la calidad teatral de la obra de Beckett, que Kurtág ha respetado bastante (según su testimonio, ha mantenido literalmente el 60% del texto en francés). Y si el teatro de Beckett es un destilado de las palabras estrictamente necesarias para interrumpir el silencio –hay una cita suya que dice algo parecido-, la música de Kurtág destila también los sonidos para quedarse con lo esencial, con esas células sonoras que traducen las tremendas frases de los cuatro personajes de la obra. El resultado podría haber sido una ópera de Webern, si Webern hubiera escrito alguna, aunque con sugerencias tonales, citas diversas más o menos irónicas (¡hasta algún acorde wagneriano creo reconocer!) y un colorido menos adusto que el de don Anton gracias a una instrumentación variada pero nunca invasiva.
La ópera es una producción que se debe sobre todo al empeño personal de Alexander Pereira como intendente primero de Sazlburgo y después de Milán. La puesta en escena de Pierre Audi no está disponible, que yo sepa. Youtube sí nos permite, en cambio, admirar a una orquesta de la Scala que, bajo la batuta de Markus Stenz, se adapta perfectamente al lenguaje musical de Kurtág (¡quién diría que esos acordeones dignos de una piecita de Milhaud están tocados por músicos italianos!). En cuanto a los cantantes, el cuarteto protagonista está sobresaliente en unas interpretaciones apoyadas sobre todo en el parlato. Frode Olsen (Hamm) puede ser un cantante más bien discreto, pero ha acreditado su intensidad dramática en numerosas ocasiones, y a Leigh Melrose (Clov) ya lo pudieron disfrutar algunos en los aplaudidos
Soldaten del Teatro Real. La pareja de padres sin piernas corre a cargo de una Hilary Summers de voz algo ajada, pero llena de sabiduría y sensibilidad (es ella quien abre la función con un sugestivo prefacio en el que entona
Roundelay, poema beckettiano ajeno a la obra de teatro), y de un interesante tenor bufo llamado Leonardo Cortellazzi.
Resumiendo este tocho,
Fin de partie es un título que demuestra que lo más consistente de la música contemporánea sigue estando, como en el tenis, en manos de autores más que veteranos.