Crítica de La Vanguardia (Roger Alier) publicada hoy lunes.
Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (11/XI/2006) ROGER ALIER Controvertida, que no divertida, Lucia Di Lammermoor(...)Una producción monoforme,basada en un gran cubo inclinado sin duda para que nos diéramos cuenta de que Lucia es una mujer desequilibrada (oyendo la ópera no habríamos caído en la cuenta). Resultado: una frialdad escénica, una incómoda reducción del espacio (en las escenas colectivas, sobre todo,como la fiesta de la boda y la escena del cementerio). (...).
Sólo la calidez de la voz del tenor barcelonés Josep Bros, su energía indomable y sus espléndidos agudos, arrancaron la función de su atonía sobre todo cuando acabó el gran concertante con un re bemol no escrito, pero que enardeció al respetable. En su escena final solventó con recia voz los problemas del aria y cantó con gran sentido melódico la cabaletta final.
Seamos justos: Giacomo Prestia, con una voz de bajo con todos los graves que requiere el papel de Raimondo, que no todos tienen, también contribuyó a dar vida a la ópera y por fortuna cantó –habría sido pecado cortarla– su aria Cedi, cedi y su cabaletta con gran empuje y valentía vocal, así como su arioso de la segunda parte. Sigamos siendo justos: la joven soprano italiana Patrizia Cioffi fue una buena Lucia, con una actuación digna. Su voz, algo pálida, muy ligera, no alcanzó a resultar memorable,y en algunas frases anduvo corta de intensidad y dio poca vida a su personaje, pero no merecía la media bronca que le propinaron algunos al terminar la ópera. El barítono británico Anthony Michaels-Moore podía haber dado mayor vida al personaje de Enrico; un poco atropellado al principio, luego en su dúo con Lucia estuvo bien y en la escena de la boda se movió con soltura, pero no se implicó mucho en la acción. La mezzosoprano egarense Mireia Pintó y el tenor mataronense Josep Fadó fueron voces de lujo para papeles de poco brillo y el tenor valenciano Vicente Ombuena defendió con dignidad el pequeño y difícil rol de Arturo. El coro del Gran Teatre del Liceu estuvo francamente bien, y la orquesta de la casa, bajo la batuta del director barcelonés Josep Caballé-Domènech, funcionó bien, aunque hubo momentos en que sonó algo blanda.
La verdad es que no sé si lo he hecho bien o mal(ya lo corregiré si es menester) pero ahí va la crónica de Alier, recortada un poquito de aquí y de allí pero íntegra en lo que a valoración musical se refiere.
Creo que lo que dije coincide bastante con lo que publica pero lo de que Michaels-Moore empezó atropellado me parece un eufemismo mal empleado porque en todo caso empezó "atropellando" todas las frases musicales que tenía por delante.
Saludos
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