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 Asunto: Algunas perlas del Arte Moderno
NotaPublicado: 05 Jun 2004 12:24 
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Leyendo el hilo abierto por nuestro amigo Annio, rescato de otro foro dos divertidas anecdotas, ya atras en el tiempo, pero muy reveladoras en cuanto al concepto de "Arte moderno" de Hoy en dia. Para no estropear l Hilo de Annio abro yo otro, pero es complementario, ya lo vereis.

Son mensajes largos pero leerlos, que os vais a reir un rato.


Estimados coforeros: A continuación les incluyo un artículo publicado en ABC (creo que otros medios en los que pululan los enteraos no se hicieron eco de esta noticia) que prueba la caradura de muchos críticos del llamado "arte contemporáneo". Así viven muchos: presumen de saber y son unos farsantes. Lean, lean. Un saludo. ___________________ El timo de las estampitas Estocolmo.

Carmen Villar Mir: Fue una protesta contra el sistema, una venganza contra los responsables de la Administración que piensan que los artistas viven del aire y pueden producir sin medios económicos. Jan Ahman, director y comisario de Färgfabriken, fundación con sede en Estocolmo, ha sido el protagonista de uno de los engaños más divertidos y mejor llevados del siglo. Al no conseguir los dos millones de coronas prometidos, necesarios para celebrar una exposición dentro del marco de actos organizados por Estocolmo Capital de la Cultura 1998, decidió llevar a cabo su propósito y montó una exposición con artistas inventados.

Ayudado por algunos vanguardistas suecos y sus propios colaboradores preparó la exposición editando, incluso, un catálogo con los nombres elegidos al azar y con las correspondientes biografías y lista de premios conseguidos por esos genios en diferentes capitales del mundo. El 19 de diciembre de 1998 se inauguró «All Ears» en la fundación.

Según anunciaba la invitación, el evento ofrecería obras audiovisuales de doce artistas internacionales de renombre que, con otros tantos colegas suecos, habían creado un recinto a lo largo de un pasillo con doce puertas. La exhibición estaba apadrinada y financiada por Estocolmo Capital de la Cultura.

Levantó grandes expectativas entre todos los amantes del arte de vanguardia. Pero lo que no decía la tarjeta es que esos famosos artistas no existían, o mejor dicho, solamente existieron en la mente del comisario de la muestra. Éxito de crítica y público La exposición fue un verdadero éxito. El comisario y director de Färgfabriken asegura no haber tenido nunca tantos visitantes. Los críticos la alabaron. La Prensa le dedicó páginas y páginas y personalidades de prestigio escribieron crónicas repletas de superlativos. Se ensalzó el espíritu genial y renovador de los artistas, su capacidad de experimentación, fascinación estética y la rara cualidad de poder combinar el arte con música y sonido. Una de las sacerdotisas más veneradas del altar del arte nacional calificó la muestra de pirueta artística.

El 21 de enero saltó el escándalo. Ese ejemplo de vanguardismo artístico era un engaño. Los mismos críticos que la habían ensalzado la condenaron duramente. Los periódicos dieron gran importancia a lo ocurrido. El «Expressen», con grandes titulares, escribía: «El mayor bluf en el mundo del arte de 1998». Se ha abierto una gran polémica sobre el arte y la producción artística. Se discute si esa producción responde sólo a una necesidad del mercado y si los responsables de algunos actos organizados por la Administración comulgan con ruedas de molino por ingenuidad o falta de conocimiento. Los implicados en el falsario también han tomado parte en el debate. Se preguntan, no sin razón, si la exposición es peor una vez que se ha descubierto la mentira y aseguran que su intención no fue reirse de los críticos, sino que inventaron unos artistas para realizar un milagro con los pocos medios económicos que tenían a su alcance. ¿Es necesario un nombre que actúe como placebo para complacer al público? Jan Ahman cuenta que su osada ocurrencia fue un secreto muy bien guardado por todos los implicados y que consiguió el resultado deseado: demostrar que crítica y público aplauden algunas obras de arte siempre que un rótulo, nombre o historial adecuado definan su autenticidad. También, que hay por el mundo muchos expertos que no lo son y que, a veces, la belleza de las cosas y de los momentos está en la imaginación del espectador.

Ahman, de 38 años, es uno de esos nórdicos cosmopolitas que desde pequeño tuvo una afición apasionada por el arte, así como la ocasión de recorrer los museos de todo el mundo. Conocido en Suecia por su espíritu creador y su afán innovador, gracias a él los amantes de la vanguardia han podido admirar y participar de los trabajos de muchos artistas de los cinco continentes.

Una ducha fría «Con "All Ears" quería ofrecer algo nuevo al público "comenta Ahman". Pero cuando empezé a trazar mis planes recibí la ducha fría de que en vez de la suma solicitada me ofrecieron un diez por ciento». - ¿No hubiera sido más fácil despedirse del plan? - No. La exposición estaba anunciada. Había dedicado mucho tiempo a cambiar ideas y establecer contactos para ofrecer algo especial. Mi idea era reunir a los artistas internacionales del sonido y a otros de artes plásticas y crear un inesperado encuentro del arte con la música. - Y, viendo que con el presupuesto no podría traer a Estocolmo a ningun experto o artista de nombre de las artes plásticas y del sonido, ¿decidió inventar esos artistas? - Sí, efectivamente. Organicé la exposición con la ayuda de varios vanguardistas suecos. Montamos un pasillo a lo largo del cual se construyeron doce puertas. En cada puerta, un nombre inventado y exótico (M. Piirí, o P. Aste, M. Fry...) anunciaba al artista. Cara de póquer - ¿Vio posible su proyecto el mismo día de la inauguración? - Estaba muy nervioso. Pero cuando la «mafia de la cultura» empezó a lanzar exclamaciones como fantástico, estupendo, fenomenal..., tuve que poner cara de póquer para poder contener la risa y contestar a las preguntas inteligentes de todos sin gritar: ¿Pero es que no veis que la exposición es falsa? - ¿No se extrañaron esos entendidos de no conocer los nombres de los artistas? - Parece increíble, ¿verdad? Pues no. Incluso algunos hacían que conocían la identidad de quienes hablábamos. - ¿La entrada era gratuita? - No, costaba 30 coronas por persona. - Y ahora, ¿qué va a pasar? ¿Tendrá usted que devolver el dinero a los patrocinadores? - No sería lógico. Les gustó mucho la muestra, que encontraron fantástica. Hemos incluso pensado hacer vivir a esos artitas y llevarlos en gira artística a otros lugares. De momento ya hay un disco con la parte musical. - ¿No le ha dañado esa acción bastante rebelde? - De ningún modo. Los que deben avergonzarse son ellos.

Me cuenta Ahman que estos días su sala presenta obras de Helmut Newton, maestro de la fotografía, y que todos los visitantes le preguntan si esas instantáneas son de verdad o, por el contrario, son falsas.

Saludos cordiales.

Pertile.


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 Asunto: Y aquí la segunda.
NotaPublicado: 05 Jun 2004 12:26 
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Registrado: 25 Mar 2004 0:43
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Es un correo que me mandó un amigo. Está escrito en pimera persona ya que lo cuenta mi amigo. Tal como me lo contó lo transcribo.


Fui a un concierto de percusión, porque tocaban una obra que figura entre las pocas que me gustan de los últimos 50 años. Después de esa obra, tocaron una de Alfred Schnittke. Los títulos que le voy a decir no son los auténticos, porque no los recuerdo, pero eran más o menos de ese estilo: la obra se titulaba algo como "Luto", y tenía tres movimientos, con títulos que describían los distintos procesos de un entierro ("velatorio" y cosas así). Eso es para que usted se sitúe.

En el escenario, seis percusionistas alrededor de un vibráfono: dos en el extremo ancho de la derecha, dos en el extremo ancho de la izquierda, uno delante y otro detrás. Cada uno llegaba colgada del cuello, a modo de babero, una enorme partitura que tenía que leer el percusionista que estaba frente a él. Entonces empezaba a tocar series de acordes sin aparente orden, hasta que al final de ese movimiento una voz de soprano desde fuera de escena empezó a cantar lo que parecía berridos sin ton ni son. En el segundo movimiento la cosa siguió más o menos igual, pero la soprano apareció en escena, desde el fondo del escenario, y muy lentamente iba avanzando hacia el proscenio. Iba vestida de luto riguroso, con un velo negro sobre la cara, traje negro de puntillas y sombrero negro, también con puntillas. Yo percibía un ruido así como "jroc-jrocrrrr, jroc-jrocrrr" que se iba repitiendo incesantemente y que no sabía de donde venía; me preguntaba si habría alguien (algún ayudante) por detrás, moviendo bártulos. Y por fin cuando estuvo ya muy cerca del proscenio, pude verla bien y descubrí de dónde salía ese bendito ruido. La soprano llevaba en las manos, como aparente complemento de su luto riguroso, un molinillo de café (sí, sí, he dicho un molinillo de café, de esos rojos metálicos) que manejaba sin pausa.

Recuerdo que tuve que mirar fijamente al respaldo de la butaca, porque si seguía mirando a la soprano me estallarían las carcajadas. Miré detrás de mí y vi a un joven de unos 20 años, que lloraba de la risa tan silenciosamente como podía, aunque sus espasmos de risa denunciaban su actitud. Su novia, sentada al lado, le golpeaba con el codo, amonestándole por su "irreverente" actitud. Recuerdo que pensé: "este tío es la única persona honesta y sincera de todo el auditorio".

En fin, el tercer movimiento siguió más o menos igual, salvo en el final. Casi a punto de acabar la obra, los percusionistas situados a los lados se pusieron en cuclillas, paralelos al vibráfono. Entonces los cuatro se cargaron el vibráfono al hombro y lo fueron sacando del escenario (como cuando se cargan los ataúdes al hombro) mientras la soprano enlutada los seguía, con sus berridos y su molinillo de café, y los otros dos percusionistas seguían tocando acordes en el vibráfono. Fin de la obra. ¿No es maravillosa? Por supuesto, aplausos generalizados, faltaría más. No vayan a pensar que no somos entendidos.

A la salida, estuve hablando con un conocido que es experto en música contemporánea (ha tocado incluso con Stockhausen) y le pregunté por eso. Su respuesta fue de esperar: me dijo que esa obra "tenía algo" y que "tenía que investigar" para ver si el café tiene alguna reminiscencia cultural con los entierros en Rusia (Schnittke, el autor del bodrio, era ruso). Yo, que soy un rato borde y también muy curioso, le pregunté a la mujer de un amigo mío, que es rusa, y me miró muy sorprendida por las chorradas que le preguntaba. Así que la respuesta es NO. El café no tiene ninguna importancia especial en los entierros rusos.

Por lo menos, lo cuentas y te ríes. Lo malo es que alguien haya recibido dinero por eso.


Saludos Cordiales

Pertile.


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NotaPublicado: 05 Jun 2004 16:12 
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Registrado: 23 Mar 2004 22:13
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No sé, Pertile, no termina de convencerme el artículo de Estocolmo.
Por una parte, se aclara bien que el sueco se hizo asesorar por artistas, así que -con nombres fingidos y todo- CABE la posibilidad de que la muestra haya sido efectivamente buena.
Por otra, el argumento de que los vanguardistas son unos timadores que solo pretenden estafar al público y los críticos unos ignorantes, me parece injusto y anticuado.
Y si yo fuera una crítica de arte/literatura seria (como conozco muchos) me enojaría contra esa tendencia a poner todos los gatos en la misma bolsa ...
Basta con tomar cualquier historia de la literatura y el arte y leer los argumentos que se dieron 70 ó 100 años atrás para descalificar las vanguardias (que fueron "modernas" hace poco menos de un siglo, pero hoy en día se las considera una corriente clásica más entre otras)
Y no vale decir que aquellos eran Stravinsky, Jarry, Beckett, Picasso, porque en aquella época todavía no se sabía.
Y así como hubo vanguardistas de cuarta que no pasaron a la historia, también hubo academicistas que ni su familia recuerda, y críticos inteligentes que supieron reconocer a unos y otros.
Baci,
Maddalena


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Traducción al español por Huan Manwë para phpbb-es.com