Del Mónaco poseía la voz broncínea, caudalosa y al mismo tiempo, con metal, que pide el papel. Su entrega, personalidad arrolladora y capacidad de emocionar eran totales. Fundamental también si dicción nítida. Un coloso.
Vickers realizaba una creación de gran altura trágica y profundidad psicológica, pero la voz era un estropajo, además de resultar poco idiomático.
Vinay protagoniza el mítico registro de Toscanini y si la voz de Vickers era un estropajo, qué decir de la de Vinay, corta y sofocada, pero su convicción y hondura dramática ahí están.
De los que tenemos fragmentos, destaco a Aureliano Pertile, que deja unos testimonios memorables de lo gran artista y fraseador que era. Sin esas dotes, pero con mejor material, además de genuina escuela de canto, Francesco Merli. Roswaenge magnífico también. Aunque los grabó en declive deben tenerse en cuenta los extractos de Tamagno, un Titán vocal, creador del papel y a Giovanni Battista de Negri, muy lírico, pero estupendo fraseador.
Lo de Di Stefano, hay un registro en vivo de Pasadena, resulta más bien grotesco, aún así es mejor que Meli sin r

Bergonzi se quiso dar el lujo de cantar Otello antes de retirarse y se lo merecía. Tenía total derecho por su gloriosa contribución verdiana, pero mejor correr un tupido velo respecto a su interpretación tan tardía.
Pavarotti realiza un acercamiento muy inteligente con Solti y sale dignamente airoso.
Me ratifico en mis votos. Mario del Mónaco en absoluto y entre los que he visto en teatro, Plácido Domingo y después el Kunde de Valencia con Mehta por sabiduría y profunda musicalidad. En Madrid y Barcelona su desgaste vocal era ya demasiado patente. Cura, que por material podría haber brillado lo malgastó en una burda y truculenta interpretación con burla del más elemental concepto canto. Al Antonenko se lo ví en Londres y, bueno, dignillo. También me pareció salvable, digno, De León con Dudamel en Barcelona.