He tenido la fortuna de escuchar
Amaya dos veces en directo: la primera, en la década de los 80 del siglo pasado en el ya desaparecido Teatro Guridi de Vitoria-Gasteiz con el protagonismo de Cristina Deutekom; la segunda, fueron las funciones de 1998 del Teatro Arriaga, de Bilbao que son mencionadas al principio del mensaje que provoca este hilo, que sea dicho de paso, agradezco sinceramente. Por fortuna, de estas últimas representaciones quedó testimonio grabado y, con todos los defectos -que los tiene- al menos hoy tenemos oportunidad de escuchar esta obra en CD y nos queda para la posteridad. Como tampoco se trata de hacer un estudio de
Amaya -sencillamente porque no sería capaz- solo apuntar aquellas cuestiones que me parecen relevantes del mensaje de El wagneriano.
1.- En 2010 este foro, por iniciativa del antiguo compañero forero y hoy cantante profesional melchior se publicaron estas notas sobre
Amaya:
http://www.unanocheenlaopera.com/viewtopic.php?t=139392.- Theo Alcantara fue director titular de la Orquesta Sinfónica de Bilbao entre 1993 y 1999 y ello justificaría o haría entender el hecho de que asumiera la dirección de la grabación de la obra. Hasta donde se, él mismo fue el principal impulsor de este acontecimiento.
3.- Hoy en día además de esta
Amaya y
El caserío ninguna obra lírica de Jesús Guridi es encontrable grabada en su integridad. En este disco pueden encontrarse fragmentos de
La condesa de la aguja y el dedal y de
La meiga https://m.media-amazon.com/images/I/51R ... 0_ML2_.jpg mientras que
Mirentxu nada entre la más absoluta ignorancia.
4.- Si me quiero detener un poco más en esta apreciación, que en razonamiento similar la he escuchado otras veces.
El registro indicado emplea el texto en vasco. No sé hasta qué punto esta partitura, con el texto en castellano, obtendría mayor difusión. No es fácil para un cantante español no euskero-parlante aprendérsela, como tampoco lo es para un extranjero, mientras que muchos cantantes internacionales tienen ciertas nociones de castellano.Por un lado apuntar que hay muchísimas óperas en castellano que no tienen ninguna proyección pública, no son programadas y son, por tanto, totalmente ignoradas por el público. Apenas podríamos mencionar diez óperas en castellano con recorrido dentro del estado; fuera, solo las dos de Manuel de Falla y de forma bastante limitada. También podemos contar con los dedos de una mano los cantantes internacionales que han utilizado el castellano en su vida profesional. Y es que el problema quizás es otro.
Sin embargo, el hecho más relevante me parece que durante el siglo XX se ha producido un proceso irreversible de universalización de la ópera y así, lenguas ignotas en este mundo hasta finales del siglo XIX hoy son "relativamente habituales" en la producción operística. Samuel Ramey canta en húngaro o Carlos Álvarez canta en ruso y ello nos parece normal. Pero es que hoy además son encontrables óperas en polaco, finés, noruego, griego, árabe... y euskera y otras muchas lenguas. Evidentemente, en el proceso de recuperación y/o difusión de un repertorio minorizado habrán de ser fundamentales los cantantes autóctonos a la hora de asumir la mayor responsabilidad aunque no puedo evitar traer a la memoria la recién desaparecida Ana María Sánchez, alicantina, que tenía una pronunciación del euskera ejemplar y que cantó y grabó algunas de ellas.
En 1998 no teníamos tantos cantantes vascos como para aceptar tal responsabilidad pero hoy en día ello es posible y ya se sabe que en 2024 se publicará por iniciaitva de la Sociedad Coral de Bilbao y la mism OSB la primera versión moderna de
Mirentxu, del mismo Jesús Guridi, rompiendo así una injusticia discográfica palmaria.
El idioma no debería ser un problema para la difusión de una obra en los teatros. Habría que saber qué razones hay para que euskera, catalán y gallego, por poner tres ejemplos, tengan una presencia tan exigua en los teatros Real o de la Zarzuela; pero hoy, con los métodos de traducción simultánea si el checo no es problema, el euskera tampoco. Eso sí, sí creo que deberíamos empezar desde casa y en este sentido la ABAO, por ejemplo, es ejemplo de lo que
no hay que hacer. Desde las funciones de
Zigor, de Francisco Escudero, de 2003 obra que fue grabada pero no publicada por cuestiones económicas de los cantantes, todo es un gran solar. En ese sentido la iniciativa privada ha tenido mayor valentía a la hora de programar e incluso grabar obras que estaban olvidadas.