Me encantaron Oropesa, por ese dominio del belcanto, realizando auténticas maravillas virtuosas, Carlos por la imponente maldad soterrada de su Yago (que tan bien conoce), Berheim me dejó admirada (tanto es así que me recordó a un joven Alagna), Beczala ( en Carmen, aunque algo apurado lo noté en cierto momento), Feola sacó una espléndida Norina y el final fue soberbio.
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Tema Grigolo. Siempre que escucho a este cantante pienso cómo se puede dilapidar un timbre dotado generosamente por la Naturaleza (claro que corre -le he escuchado en la Arena de Verona y en la Bastilla de París- además, el timbre es áureo). Tendría que callarse un año, meterse con un Maestro de canto en una ermita para cumplir un deber, encauzar un don que los Dioses le han regalado.

Al referirme a Beczala que no me gustó nada fue referido al Nessun Dorma, no al aria de D. José

Volviendo a Grigolo, me temo que lo suyo ya no tiene remedio.
Eso sí, puede seguir con su brillante carrera de parodista (de tenores).

Lo grave de Grigolo a estas alturas del partido ya no es que cante así de mal; sino que le estén dejando hacer la carrera que está haciendo en esos teatros con esa voz de Festival de Sanremo... De traca.