Quiero repasar mañana algunos puntos de la grabación, ya que no es lo mismo escuchar desde el ordenador que en la cadena de música, pero calculando la minutación, el primer acto, con 66 minutos y 50 segundos, le queda casi un minuto más largo que a Kna en su famosa Valquiria de 1958 en Bayreuth, la más lenta de su tríada histórica (1956-58). Y eso que el preludio le queda a Domingo 20 segundos más corto, es decir, que alarga de los momentos de canto. A esas velocidades hay que ser muy bueno para mantener la tensión en la orquesta, y lo que ha provocado es que el discurso sea lánguido.
En favor de Domingo también hay que decir que ha ido mejorando según ha avanzado la representación y el tercer acto me parece que tenía más consistencia. En cualquier caso, nada de una dirección histórica. Quizás sí decir que ha salido airoso del empeño con dignidad, gracias a una orquesta magnífica. La Vanguardia dice que ha habido abucheos.
También hay que tener en cuenta que Domingo ha tenido la mala suerte de compartir Festival con una serie de directores que han sabido imprimir su sello personal a la orquesta, sonando ésta cada día diferente: Thielemann, tersa y transparente; Bychkov granítica y oscura; Jordan elegante y redondeada pero musculada; Kober briosa y casi violenta. Y Domingo no es comparable y no llega a esos niveles.
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