Con Corelli algunas veces me da la sensanción de que sus interpretaciones podrían dar más de sí, como si las inseguridades que tenía en escena limitaran sus enormes recursos canoros. En ciertas obras, como Andrea Chénier e Il Trovatore, me parecen mejores sus prestaciones en disco que en vivo, como si se sintiera más cómodo en el estudio de grabación que en el teatro. Por ejemplo, encuentro su canto mucho más matizado en el Chénier con Santini -que mima al tenor en todo momento- que en el más popular directo con Matačić. Y en el Manrico con Schippers derrocha una seguridad que no se encuentra en tanta medida en su versión salzburguesa con Karajan. Sólo es una observación, probablemente muy discutible
. Votaré muy bueno, porque eso de sublime suena algo pomposo. 
