Ya que pusieron una de las arias para tenor del Don Giovanni nobleza obliga a poner la otra. Dalla sua pace El timbre y la voz son bonitas. No cabe duda.
Lo que sucede es que andaba un tal Wunderlich por ahí

Claro, pero recordemos que don Plácido lo tenía que cantar todo y Mozart no podía estar excluido, al margen de los resultados. Cuando Pavarotti cantó Idomeneo, él también tenía que hacerlo y de igual manera, grabarlo.

Incluso no dejó de grabar también a Rossini y su obra emblemática: Il Barbiere di Siviglia. Claudio Abbado se prestó para ello.

Recordemos también ese curioso video, donde a la vez cantaba el Figaro y el Almaviva en el dúo All´idea.

El principal problema que me plantea Domingo, más que sus excelencias y virtudes artísticas, es la de su incansable voracidad para todo. Parece que sufriera de un síndrome de ambición sin límites que lo propulsara a conseguir todos los logros imaginables en todos los campos posibles y a toda costa; es, salvando las distancias, como Karajan, al que apodaban "Dios" no sin razón. En este caso, esa actitud resulta incompatible para los que tenemos una idea de lo que un verdadero artista debe ser. Claro que, opiniones, hay para todos los gustos.

No hay que olvidar, de igual manera a "los culpables" de recoger el guante y poner oídos a las ambiciones completistas de don Plácido.

Si ninguno de ellos le hubiese puesto atención otro gallo hubiese cantado, pero bien sabemos que ocurrió lo contrario y tuvo su mercado meta que siempre le respondió.

Ese es otro elemento no desdeñable, que tampoco estuvo al alcance de otros.

El principal problema que me plantea Domingo, más que sus excelencias y virtudes artísticas, es la de su incansable voracidad para todo. Parece que sufriera de un síndrome de ambición sin límites que lo propulsara a conseguir todos los logros imaginables en todos los campos posibles y a toda costa; es, salvando las distancias, como Karajan, al que apodaban "Dios" no sin razón. En este caso, esa actitud resulta incompatible para los que tenemos una idea de lo que un verdadero artista debe ser. C

si él, de alguna manera, puede subir el Tourmalet, la mayoría de los tenores actuales, en su repertorio, no suben ni la Cuesta de San Vicente.