Károly Goldmark - Die Königin von Saba (CPO, 2016).
Katerina Hebelková (Reina de Saba), Nuttaporn Thammathi (Assad), Irma (Sulamith), Károly Szemerédy (Salomón), Kim-Lillian Strebel (Astaroth), Jin Seok Lee (Gran Sacerdote), Kevin Moreno (Baal-Haanan).
Orquesta Filarmónica y Coro de la Ópera de Friburgo. Dir.: Fabrice Bollon.
La Reina de Saba es una de esas óperas centroeuropeas y eslavas bonitas de escasa presencia en escenarios y discografía. De vez en cuando nos acordamos de ellas por algún comentario de joseluis. Pero es que, además de bonita, es bastante interesante, aunque solo sea por un eclecticismo que reúne a las tres grandes escuelas operísticas del XIX: por melodismo y estructura de los números es italiana, sus dimensiones, el tema y la presencia del ballet la acercan a la Grand Opéra, mientras que la lengua, el tratamiento armónico y algunos detalles de la orquestación nos recuerdan que estamos ante un compositor germánico bajo la influencia del wagnerianismo. Todo ello condimentado con toques orientalizantes y con algunos guiños (bastante justificados por el tema) al folclore judío que tan bien conocía Goldmark. La receta no funciona con la misma eficacia a lo largo de toda su prolongada duración, a mi juicio, por dos razones: ni el libreto ni sobre todo la música dibujan unos personajes o una acción con suficiente gancho dramático, ni los momentos culminantes tienen la debida intensidad (el dúo de amor final, por ejemplo). Sin embargo, la ambientación general es muy atractiva y hay hallazgos memorables, como la conocida Magische Töne.
Como la oferta discográfica es tan reducida, no sería justo ponerse exquisitos con la versión. Se trata de un producto digno y muy de agradecer. La orquesta suena bien, sin estridencias y con colorido, aunque uno eche de menos algo de vuelo en la dirección del francés Fabrice Bollon. El reparto hace gala del carácter variopinto del título, incluyendo como cantantes a un húngaro, una croata, una checa, un coreano y ¡hasta un tailandés! Todos ellos perfectamente desconocidos para mí, como se pueden ustedes imaginar. Szemerédy (Salomón) es un barítono con buen material, quizás no del todo pulido. Hebelková (la Reina), en cambio, acusa un exceso de vibrato y no va sobrada de seguridad, pero salva el papel por entrega y capacidad de comunicación. Más discutibles son el tenor y la soprano. Thammathi nos deja de entrada un aria afalsetada y llena de amaneramientos que palidece al recordar lo grabado por Caruso o Gedda , aunque hay que reconocer que su interpretación va de menos a más y termina con un último acto estimable. No puede decirse lo mismo de la Mihelič, una voz más bien ligera que se las ve y se las desea con una partitura bastante engañosa. Los coros me han parecido más que correctos.
