Como si de una función de Tosca se tratase, soprano y director pugnan aquí por el alma del compositor y la significación de su música. Envolvente y técnicamente de toda solvencia Maazel, pero anticlimático y aburrido: todos los árboles y ningún bosque (bien es cierto que en obras tan de ambiente, la flojera de comprimarios no ayuda), y matizadora y expresiva Scotto, sin la plenitud sonora de otras pero atentísima actriz, soberbia (pero soberbia!) Giorgietta y personalísima Angelica. Bastante páramo alrededor de ambos (solo está bien, así de decir bien, el Luigi de Plácido Domingo), pero curiosamente un Schicchi llamado al desastre TOTAL (sin Scotto y con Sor Genovieffa reciclada en Lauretta y Luigi en un Rinuccio imposible) consigue minimizar algo los daños gracias a un equipo de comprimarios, a diferencia de los anteriores, bastante pleno de idiomaticidad, sentido de equipo y humor (qué grande Anna di Stasio).

Supongo que se referirá usted a esta grabación, porque su imagen no sale. Desde luego, el Rinuccio de Domingo es un atentado en toda regla (y se nota, porque en su intervención solista acaba desfondado). El Schicchi de Gobbi es más de lo mismo: mucho ruido y pocas nueces.

A mí sí me sale.

Siempre cada cierto tiempo vuelvo al genial Héctor Berlioz y su Benvenuto Cellini, y como no, busco una versión íntegra y la hallo en ésta que pongo más arriba.

El caso es que ciertamente hay partes en el acto I (que es por donde me he quedado hoy) que faltan y hubiera sido de agradecer el que las hubieran puesto, ya que contribuyen a perfilar un poco más a los personajes. Me refiero al arie de Terese: "Entre l'amour et le devoir. Un jeune coeur est bien à plaindre;" y al estupendísima aria de Cellini, que nos ayuda a tener una visión más romática del personaje, de:"La gloire était ma seule idole". Este aria es de una belleza espectacular, lo mismo que la de la soprano e incompresiblemente están ausentes de esta grabación.

En cuanto a los cantantes son de primer nivel, sobre todo el Cellini de Kunde y las dos cantantes femeninas, aunque tímbricamente no diferencie mucho yo a la Di Donato de la Ciofi.
Las escenas y situaciones son de una grandísima vivacidad, sólo pondría el pero a Berlioz de poner al Santo Padre el Papa Clemente como la persona que hizo el encargo a Cellini de hacer su famosa estatua que está en Florencia, no en donde se desarrolla la acción. Me refiero a su Perseo. Si hubieran puesto en vez de al Santo Padre a un cardenal florentino o en el mejor de los casos a Cósimo I y si la acción de hubiera desarrollado en Florencia, hubiera sido mejor. De todos modos, es un dato sin importancia ante la GENIALIDAD de este autor y en concreto, ante la GENIALIDAD de esta obra y sobre todo de la escena de la representación carnavalesaca del final del acto I.

Le recojo el guante, aprovechando que he oido el Gianni Schicchi. Parafraseando a Giudici cuando dice que no entiende muy bien la fama de Maazel como director pucciniano, concuerdo totalmente en la idea señoras mal señoras fatal de su dirección orquestal, que aun teniendo una orquesta absolutamente portentosa a su servicio, (como suenan esas cuerdas y esos vientos por favor, pero si se oyen hasta los detalles más mínimos), la narración le suena inane y trivial, y mezcla momentos de catatonia y de verdadera inercia rítmica con otros muy locos como cuando le tira a Domingo toda la orquesta cataclísmica encima al final de su airoso (recuerden las LIADAS que le hacía con esos ataques a la pobre Renata en su grabación de Madama Butterfly con Scotto). De acuerdo en salvar al largo equipo de comprimarios. Poco o nada se podía esperar de un Gobbi anciano y con el pescado vendido decadas atrás o de un Domingo encorsetado en un papel que no le va, pero Cotrubas desaprovecha el caramelo pucciniano sopranil por excelencia. Y eso, Ileana, es un poco imperdonable.

Incluso, hay para la anécdota un Gherardino en la voz de Alvaro Domingo.

Moi aussi...

Escuchando en directo un estupendo concierto con Lawrence Brownlee y Sarah Coburn, desde la Sala de Conciertos de Tivoli Copenhagen.

El tenor en estado superlativo, incluso se despachó completa la escena de Arnoldo del Guillaume Tell, con ambos versos de la cabaletta en un alarde de facultades vocales.

También cantó el aria inicial de Gualtiero de Il Pirata, que haría pensar que mejor se hubieran fijado en él en La Scala.

La soprano también en estado de gracia.

El repertorio puro belcanto entre Rossini, Donizetti y Bellini, en un ambiente muy distendido con presentador incluido haciendo reir al respetable, a saber el caballero Henrik Engelbrecht, que de ópera sabe bastante.

De vez en cuando hay que volver a la esencia.

Al hilo de la Marcha Triunfal de Rubén Darío, me ha apetecido -no sé por qué - ponerme a escuchar esta ópera que contiene otra marcha triunfal de renombre. La grabación es una que, si no es referencial de su época, se le parece mucho. Muti en Verdi es siempre una garantía, sobre todo arropado por un plantel en forma.

Dos de mis cantantes preferidos por aquello de que doy prioridad al estilo antes que al volumen y, aunque mayorcitos, son dueños de una decadencia muy elegante.

A ese disco le tengo mucho cariño.

A veces me dan ganas de mandarle por privado el disco que quiero comentar, para ahorrarme el trabajo. Seguro que el común de los mortales habríamos escrito un montón de líneas para tratar de explicar la misma sensación sin dar en el clavo.

Por cierto, a mí tampoco me sale la imagen. No crea que son "las cosas de Abdallo".

Yo también estoy imageless or image-deprived. Hay gentes a las que el internés no nos mima.

Image pauperized, image eluded, non imaginist, lacking in images, expropriated of images, image-dismantled, image bankrupted, dispossessed of images, having to imagine images...

Thirsty and ravenous for images, covetous of images, image or bust.

No sé si se me ha entendido.

Esperen que coja mi tesauro y ahora le doy al alemán.