Régine Crespin - A TributeAl final le he dedicado un tiempecito a esta caja, que en conjunto resulta más que recomendable para quienes –como yo- no le habíamos prestado a Régine Crespin todo el interés que merece (aunque se echan en falta cosas, claro, en especial Strauss). Como impresión general, reconozco una cierta sorpresa: tenía la idea de una cantante con excelentes dotes interpretativas y algunas limitaciones vocales, pero me han sabido a poco las primeras y, en cambio, he quedado impresionado con la calidad sonora del instrumento. Lo de la interpretación seguramente tiene que ver con la procedencia de las grabaciones, recitales y algún estudio que no hacen del todo justicia a la pasión con la que esta señora se desenvolvía en el escenario. También puede que sea esa la razón de la consistencia vocal de todo el repertorio recogido en los discos en toda la tesitura, en la que destaca la zona media del registro, pero en la que unos graves consistentes le permiten llamar la atención como princesa de Eboli, ofrecer una Carmen muy personal y conmover como Kundry, mientras que los agudos, sin ser completamente seguros y homogéneos, sí resultan a menudo deslumbrantes.
La amplitud de géneros y escuelas abordados llama la atención, aunque está claro que el nivel de excelencia no es similar en todos. Como cabía esperar, los mejores momentos se alcanzan en el repertorio francés, donde destaca un justamente famoso recital Ravel-Berlioz interpretado en 1963 bajo la batuta de Ernest Ansermet, pero en el que los más profanos también descubrimos joyas como los fragmentos de
Les troyens o
Hérodiade, la “otra Brunilda” de Reyer en
Salut, splendeur du jour, las canciones
charmantes de Rousel o Douparc e incluso alguna brillante incursión en la opereta. El Wagner de la Crespin no necesita comentario a estas alturas; en esta ocasión aparece modestamente representado por el segundo disco de la serie (con solo sendos cortes dedicados a Sieglinde y Kundry). Menos convincente me ha resultado como liderista en las canciones de Schumann o Wolf. Por último, mencionar varios discos con interpretaciones de ópera italiana, también de resultados desiguales, pero siempre estimables. En mi opinión, excelentes las dos arias de Amelia (en diferentes discos y recitales) o el
Sombre fôret y apuntes interesantes como Desdemona y Leonora. Resulta extraño, en todo caso, que se nos ofrezcan dos pasajes de
Don Carlo en versión italiana y cinco de
Tosca ¡en versión francesa!
En definitiva, como bien dice el título: un merecido homenaje.
Muchas gracias. Como gran admirador de la Crespin me haré con el cofre.