Der Ring des Nibelungen (Weimar 2008)Maldita la hora en que me comprometí con unos colegas a dar mi opinión sobre semejante bodrio. Me ha costado Dios y ayuda darle fin; casi tardó menos Wagner en componer el “Anillo” que yo en ver esta producción tan provinciana. Estoy seguro de que aquí, en Zamora mismamente (con todos mis respetos a esa bella provincia donde tan buenos momentos he pasado
) hubieran montado algo más digerible. Se parte de un director funcionarial (un tal Carl St.Clair), al mando de una orquesta que se limita a dar notas, una detrás de otra, sin comprender que hacer música es algo muy diferente. Todo suena más o menos en su sitio, pero no hay personalidad, ni directrices, ni atmósferas. De la monumental partitura queda sólo el estruendo y el fárrago, reducido todo a una masa de sonido amorfa, sin carácter y sin esencia.
Se pasa por una compañía de cantantes que transmiten la impresión general de voces que llevan un sinfín de años cantando un repertorio pesadísimo, sin tener ni la voz ni la técnica para semejantes empresas. Como consecuencia de ese dislate, encontramos voces agostadas, destimbradas, deshilachadas, llenas de vibrato, descoloridas, incapaces de cualquier otra cosa que no sea el grito pelado o el esfuerzo muscular. No sé dónde está escrito que para cantar Wagner basta con vocear cual náufrago en el mar
. Y se termina con una producción que es la quintaesencia del modelo escénico, rutinario y de rigor, que el “calvinismo operístico” europeo ha ido exportando al mundo entero (y parte del extranjero). Exaltación del feísmo, de lo cutre, de lo zarrapastroso y del baratillo: hiperrealismo a toda costa. De bosques, ríos, fuego y tierra, no hablamos. De poesía, sublimación, dioses y héroes, mucho menos.
En medio de todo este engendro escénico, canoro y musical, surge como un cisne en medio del fango la Brünhilde de Catherine Foster, intérprete hoy en día referente del canto wagneriano, pero que en el momento de la grabación de estas funciones (2008) todavía no había despuntado. La voz es muy lírica para el papel, pero la cantante es expresiva, con una buena y tersa línea de canto, pero es que además cuenta con un tercio agudo brillantísimo, al que la cantante se asoma con mucha soltura, dejando algunos sonidos cristalinos y sedosos, poco habituales en este repertorio, y que contrastan aún más en este caso, dada la jauría canora que tiene a su alrededor.
Resumiendo: una versión sólo apta para wagnerianos recalcitrantes (ciegos y sordos, eso sí).