Wagner – Die Meistersinger von Nürnberg (Lukaskirche / Emi, 1970)
Theo Adam (Sachs), Rene Kollo (Walther), Helen Donath (Eva), Geraint Evans (Beckmesser), Karl Ridderbusch (Pogner), Peter Schreier (David), Ruth Hesse (Magdelene).
Orquesta de la Staatskapelle. Coros de la Staatsoper de Dresde y de la Radio de Leipzig.
Dir.: Herbert von Karajan.Según decía un amigo mío, Maestros es la ordalía para descubrir a los directores auténticamente wagnerianos. O sea, que grandes músicos pueden habernos dejado extraordinarios
Holandeses, Anillos, Tristanes o
Parsifales, pero si en el fondo de sus corazones no comulgan con don Ricardo, es aquí donde se les nota. Y ponía como ejemplos a Solti o a Barenboim. La teoría tiene sus fisuras, porque no creo que Karajan pueda ser definido como un wagneriano de pata negra y, sin embargo, sus
Meistersinger son de lo mejor de la discografía. El sentido del legato, la claridad del contrapunto, el colorido orquestal y la maestría en los concertantes son cualidades que sientan como un guante en esta obra, aunque confieso que, en algunos pasajes, echo de menos la sobriedad (sobre todo en las dinámicas) y el vigor (en el sentido del ritmo) de la extraordinaria dirección de Karajan en el Festival de Bayreuth de 1951. Además, en aquella ocasión el casting no corrió a cargo de don Heriberto, que ya se sabe que era muy suyo a la hora de escoger cantantes.
En esta ocasión, la selección apuesta por la ligereza, el lirismo y la calidez, una opción tan legítima como cualquier otra, pero los escogidos para llevarla a buen puerto tienen sus más y sus menos. Los jóvenes más bien menos, sobre todo Helen Donath, Eva muy superficial, de una ñoñería bastante indigesta. Kollo trata de componer un personaje con diversos registros, pero un fraseo espasmódico y unos agudos mal resueltos echan a perder las mejores intenciones. Schreier, en cambio, encaja bien en el papel de David. En cuanto a “los mayores”, creo que Hans Sachs es la creación wagneriana más defendible de Theo Adam, bastante seguro a lo largo de toda la obra y con un gran sentido teatral en los diálogos, aunque carezca de cualidades para culminar monólogos como el del acto III. Impresionantes los bajos, Zoltán Kéléman (Kothner) y, sobre todo Karl Ridderbusch (Pogner), con quien he “descubierto” un aria,
Das schöne Fest Johannistag, que hasta ahora me había pasado casi desapercibida. También muy solvente la Lena de Ruth Hesse. Y del Beckmesser ¿qué decir? Pues que ya sabemos que Wagner quiso retratar a un personaje insufrible, pero a veces conviene no tomarse las cosas tan al pie de la letra como hace Geraint Evans…
En definitiva, y volviendo al principio, que el gran valor del disco es Karajan, que además cuenta con la portentosa maquinaria de la Staatskapelle de Dresde (¿grabó alguna otra cosa con ellos?), en lo que debió de ser todo un acontecimiento en la diplomacia musical de la Guerra Fría.