Peter Quint escribió:
Versión irregular (e interesante) de una ópera irregular (e interesante), pero sobre todo, tremendamente elocuente sobre diversas cosas a las que a menudo se refieren los aficionados, tan difíciles de definir como intuitivas de comprender a la escucha.
Que la "vocalidad milagrosa" de Montserrat Caballé no es un lugar común de fanáticos cursis sino una realidad verdaderamente reveladora se comprende aquí como en muy pocas ocasiones. Quizá ningún ser humano cantaba en 1973 con la hermosura con que lo hacía Caballé, y así, su excepcional vocalidad le permite basar enteramente su visión del personaje en el pudor virginal de un ser cuya pureza, que casi no es de este mundo, es zafia y bastamente desgarrada por las acciones de los personajes masculinos, pero a la que ni siquiera el crimen y la muerte harán renunciar a su verdadera esencia. Un ejemplo excepcional de lo expresivo que resulta el canto cuando se omite la tentación de sobreexpresar.
Y a su lado, su verdadero opuesto. Un Mefistofele de canto que difícilmente puede decirse profesional, tremendamente feo en su imitación, con una birria de voz, de los peores defectos y el ulular más estrambótico de los bajos (algunos muy renombrados) que pensaron que los papeles "de carácter" consistían en cosas "mucho más importantes" que cantar. Lo cual es un concepto del teatro musical que prescribió hace mucho tiempo, sin duda mucho antes que los años 70, y exhibirlo con tal inverecundia ante el acontecimiento vocal que Montserrat Caballé construye solo habla de la necedad del intérprete (y, con perdón, del director que lo consintió).
En el medio, Plácido Domingo. Que sin duda, canta como un profesional de voz enormemente bella y sugestiva, pero como personaje va y viene sin mucho criterio. Cual Drake Ramoray que ha recibido su diálogo la noche anterior, Domingo va decidiendo en cada número si le interesa o no (tampoco la tesitura de Faust, tan incisiva sobre el pasaje, le va nada cómoda, aunque en
Lontano, lontano, lontano consigue hablar el mismo idioma musical que Caballé), y a veces se pone galán, luego dramático, luego ensimismado, luego muy genérico, luego se limita a no sufrir excesivamente con la línea… y el anciano decrépito desencantado de la vida, que se da un atracón diabólico de pecaminosa e irrefrenable juventud para terminar descubriendo que en su egoísmo no es él y queriendo morir en Cristo, no aparece por ninguna esquina.
De tal forma que, de no haber sido por la sensacional encarnación de Caballé, lo mejor del disco indudablemente hubiera sido el coro. Los Ambrosian derrochan tal calidad tímbrica, de empaste y de fraseo que hacen que el prólogo y el epílogo parezcan realmente diálogos en los umbrales de la trascendencia.
Pongo este comentario para que el que lo lea junto con el del forero anterior tenga una imagen de la realidad un poco más equilibrada ... y que el decida escuchar esta obra y saque sus conclusiones. Ésta es una obra que salvo arias contadas, hace siiiglos que no la escucho. Sencillamente porque no me interesa ni me atrae ni la temática ni la música, por irregular y a veces poco inspirada... bajo mi opinión...por supuesto. Hablo de memoria.
Pongo la opinión de un tipo que algo deberá de saber sobre grabaciones y que se llama Fernando Fraga, el cual en "Los Mejores Discos de Ópera" dice lo siguiente:
Sobre Domingo:
"...una vez gozada la indudable riqueza de una voz dorada y pastosa, no aporta al personaje ninguna característica relevante, en un juego dramático donde la monotonía se alía con la despreocupación" en este sentido, coincide casi plenamente con lo dicho por el forero Peter Quint en el comentario citado.
Sobre caballe:
"... es canto puro y límpido y la excepcional voz se lanza a una exhibición de lujuria musical. No siempre: en alguna frases dramáticas del acto III parece querer emular al bajo y se lanza a unas acentuaciones de una vulgaridad ofensiva. No nos hace olvidar, empero, las partes positivas de su interpretación." Coincido plenamente con su opinión, en lo que recuerdo de la grabación. Desde luego, tal como apunté en anterior mensaje, como Margarita.....Freni. Una voz fresca, uniforme que aún en el 1980 se mantenía relativamente intacta. Dotaba de vida. Como personaje... existe.
Por cierto Freni, a pesar de que la crítica diga que es muy lírica, se marca un "liberame domine" en el Requiem Verdi con Karajan al foso de imprseión. Estamos en 1972 y la frescura, juventud, belleza vocal, dicción, interpretación y entrega en la pagina - y en la obra toda del Requiem - es digna de elogio.