Dado que lo han mencionado uds y después de años sin oirlo, me he puesto (debo confesar, que con el Rigoletto de Chailly muy presente) el Rigoletto de Gobbi, Callas y di Stefano. Y la verdad, es que como reflejo de una época, me resultado un Rigoletto profundamente desagradable a la escucha. Lo recordaba de otra manera. Me sigue pareciendo muy interesante el moderno acercamiento de Callas a Gilda, a pesar de las pasadas que ya tiene la voz, y me resulta conmovedora en su sacrificio y en la escena de su muerte. El primer acto de Giuseppe di Stefano es demencial, totalmente descuadrado en cuanto a tempo y ritmo, parece mentira que pudiesen editar una grabación en estudio con esos mimbres. En cuanto a Gobbi, no se puede negar un fraseo incisivo e intencionado, que no moderno, pero desde luego nada humano. Me parece un Rigoletto bastante borde cuyo único rapto de humanidad es la muerte de su hija, convirtiendo al jorobado en un sujeto mezquino sin capacidad de crear compasión, un malvado con cachiporra (y basta oir el humanísino Rigoletto de Giuseppe Taddei grabado un año antes a este, para observar la diferencia.). No obstante, y si bien el oyente se ve obligado a realizar un acto de fe para asumir durante dos horas y pico la destartalada organización vocal de Gobbi como Rigoletto, es más músico que di Stefano y el discurso musical y el personaje se mantienen, dentro de su particular visión claro está, cosa que no pasa con el tenor. Creo que volverá al altillo por otros pocos años.
Sobre el tema Wixell-Gobbi. Debo decir que, asumiendo la existencia de una escuela baritonal italiana, no me parece que Gobbi pueda estar adscrito a ella. Si eso, podría estarlo a los últimos estadios de una corriente naturalista, que por otra parte vino a destruir esa escuela. Gobbi es de la escuela de Gobbi, escuela única y vertical, cuyo único representante es... Gobbi. Es por ello que, visto, tanto el agotamiento de las escuelas tradicionales, como la ineficacia de las vías unilaterales, hay que buscar una transversalidad en el canto. Y en este sentido, Wixell y tantos otros, sin pertenecer a una "escuela" etnográficamente representativa, me parecen buenos ejemplos, esto es, cantantes capaces de sacar adelante papeles tan dispares como el Conde Almaviva, el Conde de Luna, Tonio o Rigoletto, sin dejar de ser a su modo personales y siempre sobre el canto. Por la superación de la idea, será un horror, pero es un horror italiano. Por Europa.
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