Disco 2.
1. Semiramide: Serbami ognor si fido
2. La Muette de Portici: Ferme tes yeux
3. Der Frieschutz: Und ob die Wolke sie verhulle
4. Beatrice di Tenda: Angiol di pace
5. Don Pasquale: Tornami a dir che m'ami
6. Lucrezia Borgia: Il segreto per esser felici
7. Attila: Santo di patria...Allor che i forti corrono...Da te questo or m'e concesso
8. La straniera: Un ritratto?...Sventurato il cor che fida
9. Il Barbiere di Siviglia: Ecco, ridente
10. BoleroMas que un disco, es un tratado conceptual de un estilo que, salvo en honrosas excepciones, se ha perdido. Tanto en las escenas individuales como en las de conjunto, podemos observar esa extraña unión entre habilidades técnicas y una expresión siempre justa y adecuada. Sería ocioso negar la grinta y la expresión fiera que ofrece Joan Sutherland en la escena de Attila, en la que con una facilidad pasmosa supera el canto di forza y los saltos interválicos del aria para posteriormente, como en un buen manual de belcantismo, ofrecer la cabaletta a doble vuelta con variaciones y espoleada por orquesta y coro, encaramarse al sobreagudo final, macarrada de la que sabe que puede. Pero sorprende la habilidad para la expresión ensoñadora que ofrece en el duo de Don Pasquale, con unos trinos interminables, o en el histórico duo de la Straniera. Con todo, una de las mejores grabaciones y más desconocidas ever de Sutherland también aparece aquí, el aria de Agathe del Freischütz. Una voz que se desparrama por la partitura con una facilidad suntuosa, control del fiato a prueba de bombas y messa di voce subita en el agudo. Y ese cello obbligato
. El trio de Beatrice di Tenda está muy bien resuelto, atención al más dificil todavia con Horne asumiendo la voz aguda y variando con Sutherland y en cuestión de tres compases a la voz grave sin que se note la ruptura.
Horne se lleva esta vez la parte menos agradecida (peaje de las escenas mitológicas que contiene el primer disco, el Superbo di me stesso, el aria y de Iris y la impresionante escena con cello obbligato de Arne). Da sus primeros pasos como Arsace, duetando con Sutherland, con unas volatas alucinantes y la expresión siempre regia y canta como solista el brindis de Orsino de la Borgia y un bolero de Arditi, que si bien estan maravillosamente resueltos técnicamente (hay que escuchar como sostiene la asperísima tesitura que le impone el brindis) contienen una música muy desigual.
Richard Conrad es el elemento exótico, un tenorino flautato de voz infinitesimal pero con tremendo gusto, que casi siempre canta mórbido, salvo en los ataques a la zona aguda resueltos en un ora falsete ora voz mixta ora sonido agudo no identificable, y que sorprendentemente cuenta con un blending con Sutherland como solo Pavarotti conseguiría. Muy bien en las variaciones el Ecco ridente in cielo y si bien no es comparable desde ningun punto de vista a Nicolai Gedda en la escena del Masaniello de la Muette de Portici, no es una versión a desdeñar por su adecuación estilística y por el aura abstraida que ofrece.
EX CATHEDRA.