AIDA (Salzburgo 2017)Coincido en general con la opinión de otros foreros sobre la poca vitalidad de este espectáculo, debida sobre todo a la escasa pasión que parece provenir del foso. Vale que
Muti es ya un venerable anciano y no está para las cabriolas y los desmelenes de sus tiempos mozos. Vale que “Aida” es una obra que de por sí tiende a la frigidez. Vale también que estamos en Salzburgo ante gente bien y de posibles, y no en medio del gentío de Parma, pero de ahí a lo aséptico hay un término medio perfectamente transitable. Y que conste que todo está en su sitio y suena maravillosamente bien, pero sin alma y sin vida.
La Aida de
Netrebko es un gustazo para los oídos, muy bien cantada, gracias a una voz de belleza deslumbrante y a la innegable sapiencia técnica, pero falta mayor implicación dramática, algo más de variedad expresiva y de fantasía para rematar la faena. Lo de
Meli, en cambio, es un desastre por mucha buena voluntad que el hombre ponga en el empeño. Radames es un personaje para virtuosos del canto. Todo aquél que esté por debajo de ese nivel va a quedar con el culo al aire. Y tal cual queda
Meli cada vez que abre la boca.
Rotunda por arriba la
Semenchuk, pero borrosa y opaca por abajo.
Luca Salsi, de voz estropajosa y emisión retrasada, es un Amonasro noble y doliente, sin los desparrames habituales. Y de los dos bajos, mejor
Tagliavini, de medios más reconcentrados y mejor compuestos que
Beloselsky, que es un Ramfis sonoro, pero de voz y de canto desgarbado. Canta como a trompicones, y en una lengua ignota que poco tiene que ver con el texto de Ghislanzoni.
La puesta en escena de
Shirin Neshat va a su bola en cuestiones espacio-temporales, pero es muy sugerente y estilizada, además de que hace honor a festival tan caro y glamuroso. Y ojito a los variados trajes que luce Amneris. Si los hubiera de mi talla, hasta yo “pusiéremelos”…