He sido recientemente acuciado por un amigo a superar mi (dice él) "empestillamiento adolescente" con(tra) Leontyne Price, a su juicio una artista completísima y un fenómeno vocal de fascinación interminable, que no es NORMAL que a mí no me maraville. Le prometí una escucha "adulta" (sea lo que sea eso) de algunos discos y aquí me tienen.
Y la verdad, estoy un poco donde siempre, es decir, en mi adolescencia. El portento instrumental es evidente (
gioja provai che agl'angeli solo è provar concesso nunca jamás ha tenido más armónicos ni mayor empuje melódico, y el
Vissi d'arte parece que va a explotar de tanta carga de colores) pero el portento técnico no lo es tanto, por las ya advertibles dificultades, en su más radiante juventud, de dar coherencia fraseadora a una voz con presencia tan desigual, fastuosa en el centro alto, silbada en el agudo y completamente inventada en el grave, lo que resiente el legato de una forma que los continuos portamentos no pueden disimular.
Pero más allá de eso, detrás de tan faraónica voz, yo la artista vocal la sigo sin ver. El cierto que aligera decorosamente la emisión para Rondine y Liù, pero además del italiano imposible, el fraseo es planérrimo, cuando no melodramático de mercadillo (
mai più oooh mai più,
un kgnome! il nome mio), o completamente desenfocado (¿qué COSA es eso que canta en la muerte de Butterfly?).
Voy a darle otra oportunidad con el disco de Molinari-Pradelli (si lo encuentro), porque el programa, además de resultarme más interesante (Atalanta, L'enfant prodigue, Leise leise), me parece más demanding aussi para una actriz vocal (sonambulismo de Macbeth, Mamma morta, Francesca da Rimini). Pero les aviso que cualquier día se me hinchan los cojones y en vez de oír la música que el cosmos considera que me debería gustar más, voy a empezar a escuchar la que me gusta a mí.