Aunque la portada a colores sea del famoso Anillo de Böhm, lo que he visto es el vídeo de la producción de Die Walküre para Bayreuth en su gira por Osaka en 1967.
Es una lástima que de los grandes montajes de
Wieland Wagner para el Festival de Bayreuth sólo queden cuatro testimonios, todos ellos de mala calidad: la mitad del tercer acto de los Maestros de 1963, Walkiria y Tristan en Osaka en 1967 y El Holandés Errante grabado en Roma en 1997, aunque a colores. Sobretodo porque en la grabación que nos ocupa, se adivina un gran trabajo escénico.
Estas borrosas imágenes en blanco y negro no hacen ninguna justicia a lo que debió de ser un mágico espectáculo, ya que Wieland era un genio de la iluminación y la explotación psicológica de los perfiles de los personajes. El nieto del compositor revolucionó la escena y la interpretación wagneriana con estos principios y otros como la minimización de atrezzo y la reducción de movimientos. Así, el espectador podía centrarse en el drama en toda su pureza: una saga familiar aunque mitológica, con los mismos problemas emocionales que una familia de cualquier época, con un mensaje universal. Wieland lograba así equiparar el Anillo a las grandes tragedias de la Grecia clásica, que influyeron en su formación.
En esta producción que se estrenó en 1965, se volvía a una época mitológica; distanciándose paulatinamente del minimalismo extremo de su montaje en los años 50. Pero al incorporar los elementos anteriormente mencionados, también se alejaba de la austeridad pero con atrezzo clásico de las producciones de su hermano Wolfgang; que no obtuvieron éxito. Una cosa que llama la atención era la fijación de Wieland por los detalles, por pequeños que fueran. Cada gesto, cada expresión eran importantes y necesarias para transmitir lo que los personajes quieren decir. Por ejemplo, la intensidad de Sieglinde cuando abre los brazos y exclama:
So bleibe hier! Nicht bringst du Unheil dahin, wo Unheil im Hause wohnt! (¡Entonces, quédate!¡No podrás traer el infortunio donde ya habita!) o este mismo gesto repetido por Wotan y Brunilda antes de darse el abrazo cuando el padre emocionado se despide de su hija, los abrazos, las sonrisas, la entrada autoritaria de Hunding, la solemne y totémica entrada de Brunilda en el anuncio de la muerte o la indignación de Fricka. Un momento de mucha fuerza es el primer acto, cuando los tres personajes permanecen de pie a cierta distancia, formando un triángulo (naturalmente amoroso) escénico; desde el que inmóviles emplean sus gestos para transmitir con fuerza sus emociones. El vestuario es típico de la estética de Wieland, también minimalista pero clásico a nuestros ojos: con un predominio del cuero. Sencillo en el caso de los welsungos, con reminiscencias griegas en el tocado de Fricka, sencillo pero emanante de autoridad en el caso de Wotan y Brunilda, esta última con un gorro. Hunding lleva un martillo enorme, y sus expresiones son brutales.
El telón se abre para descubrir un enorme árbol de madera que predomina la escena, con un par de cabezas de caballo colgadas en él. En un momento determinado, Siegmund sacará la espada para la excalamación de Sieglinde. En el acto segundo, en el escenario vemos un monolítico, amenazador e imponente decorado que se revela como la montaña rocosa, cuyos lados confluyen en un oscuro centro: la cueva donde saldrán los Dioses y Brunilda. El tercer acto es una vuelta al minimalismo típico en las producciones de Wieland: el escenario completamente desnudo, en el que la luz tiene un enorme protagonismo y se convierte en el único decorado; aumentando la intensidad de la acción. El final hace honor a su nombre: un mágico juego de luces recrea el fuego que rodea a la heroína, lástima que al estar en blanco y negro debamos imaginarnos esa intensidad.
Thomas Schippers realiza una excelente dirección orquestal, con una tremenda intensidad en el preludio del primer acto y conmovedor en los adioses, además de ser espectacular en el final del primer acto y el final del tercero. Lástima que la orquesta de la NHK Japonesa no tuviera en ese momento mucha experiencia con Wagner. Es una muy buena orquesta, pero su bisoñez en aquél momento hace que en no pocas ocasiones los instrumentos se hagan notar con tosquedad.
El reparto, pese a no alcanzar la excelencia del Anillo de Böhm o los de Kna/Keilberth se mueve en ese nivel que llamamos "legendario", y por el que daríamos lo que fuera con tal de escucharlo en nuestra época.
Jess Thomas es un gran Siegmund, con su peculiar timbre heróico y baritonal.
Helga Dernesch realiza una impresionante Sieglinde, con una voz poderosa y autoritaria y un grave desgarrado a la vez que bellísimo. Toda una revelación.
Gerd Nienstedt es un excelente Hunding, con un porte brutal y una verdadera voz de bajo que hoy se echa de menos en Bayreuth.
En cuanto a las divinidades,
Theo Adam interpreta su Wotan. Palidece ante un Hotter, pero se me antoja mejor que McIntyre. La voz puede pecar de ser demasiado clara por momentos y la técnica es la que es, pero la voz no es fea. En su monólogo del acto segundo tiene unos graves estupendos y sobretodo domina la expresividad del personaje, emanando la autoridad y el poder que éste requiere. Más que digno en los adioses.
Anja Silja realiza una notable Brunilda. A nivel actoral, tiene el físico ideal (rubia, esbelta, en aquél entonces tenía 27 años) de una valquiria. Vocalmente no es Nilsson ni Varnay, ni siquiera Mödl, pero sale más que airosa del desafío. Pese a que los agudos son cortos y rozan delicadamente la línea entre lo espectacular y el grito, el resto de su canto es más que digno, con una excelente interpretación previa a la aparición a Siegmund en el tercer acto, y los Hojotoho del principio suenan imponentes, pese a las limitaciones. Otra creación que hoy echaríamos de menos.
Grace Hoffman es una cumplidora Fricka , de gran voz y estilo, en la línea de las excelentes comprimarias que había en aquel tiempo para Wagner.
Las valqurias también están a un excelente nivel, a destacar los gritos de guerra de la gran
Elsa Cavelti como Helmwige.
Seguiremos con el Tristan y el Holandés a corto plazo.