https://www.youtube.com/watch?v=i_FGwSGsYAg
Espectacular producción de Nabucco esta de París de 1979 (año también del estreno de la Lulú acabada por Friedrich Cerha), con un festín vocal y orquestal.
Nello Santi dirige una obertura maravillosa, pese a un comienzo un poco torpe, sacando de la orquesta francesa una italianità que lleva el drama en cada nota, algo que se mantiene durante toda la obra. El coro de París no es la Scala, pero es de un gran nvel.
El reparto está plagado de nombres legendarios, con una Grace Bumbry que es la líder indiscutible. La soprano estadounidense tiene un temperamento dramático innegable, que se come el escenario: esas miradas, esas poses... El rol de Abigaille es de los más endemoniados vocalmente de todo el catálogo verdiano, y pocas han podido afrontarlo:la divina Callas lo temía, y eso que es referencia en el personaje. La versátil Bumbry se atreve con el desafío y sale airosa, aunque no sin dificultades: el grave es bellísimo (conservado de sus días como mezzo), consigue dar todos los agudos, pero mientras algunos son duraderos y espectaculares, en otros se ve obligada a acortar, como en el final de "Anch'io dischiuso un giorno", donde falla. En cualquier caso consigue salir airosa del tremendo reto, y si algo queda claro es que sabe cantar e interpretar a Verdi (sin llegar a tener del todo la voz requerida para esta obra), dominando el estilo que pide el maestro. Su Nabucco es ni más ni menos que Sherrill Milnes, quien si en el primer acto no entra del todo en calor, a partir del segundo está cada vez mejor, magnífico y conmovedor en el duo con Abigaille y memorable a partir del "Dio di Giudà",donde emociona y terminando la cabaletta final con un espectacular agudo que arranca una atronadora ovación. Al igual que Bumbry, el gran Milnes sabe de qué va esto de cantar a Verdi y de transmitirlo por todos los poros de la piel. Ruggero Raimondi es Zaccaria, aquí con una voz maravillosa y unos impresionantes graves, que no conservaría después. Viorica Cortez es una gran Fenena, con un sensual timbre de contralto, y Carlo Cosutta, con su personalísima voz, es un tenore dramático de los de antes, que canta las notas de tenor verdiano sin desafinar.
Un reparto que hoy anhelaríamos tener en nuestros teatros, de una escuela que se ha ido para no volver. La mala calidad de imagen del vídeo no permite apreciar en su totalidad la belleza de la puesta en escena de Henry Ronse, que no molesta y ayuda a comprender la obra. El vestuario de Beni Montresor es fastuoso, aunque hoy nos parecería acartonado. Al abrirse el fastuoso telón de la Ópera Garnier, vemos unos palcos donde hay gente vestida como en la época de Verdi, pero no es por mucho tiempo. El coro inicial empieza con una lujosa sala, con lámparas que descienden y una enorme menorá que domina la escena. El acto segundo es uno de los momentos más espectaculares, con la aparición de Nabucco con oropeles y la escalinata que representa el ascenso de Abigaille y la caída de Nabucco, y que luego revertirá. El Va, pensiero es otro momento emotivo, con una enorme celda que domina el escenario, y con algunos prisioneros puestos en la picota, incluido el mismo Zaccaria. El final es de intenso dramatismo, con Abigaille descendiendo la escalinata, abrazándose a sus enemigos y falleciendo en los brazos de Nabucco pidiendo perdón, en parte por la genial interpretación de Bumbry.
Un Nabucco para no perderse, y que de tener mejor calidad sería de posesión obligatoria en vídeo.
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