Gandalf escribió:
siempre me ha influido mucho esa pausa de más de 15 años entre Aida y Otello a la hora de pensar que Verdi debió de sentir que alguna pieza fallaba. Quizá me equivoque.
Bien visto. Yo creo que ese período de sequía creativa (y relativa, pues en ese período compuso el
Requiem por la muerte de Manzoni) tuvo su razón de ser, básicamente, en el cansancio personal, la comodidad y el hartazgo o indignación que Verdi comenzó a sentir cuando vio que, tras una larga carrera exitosa, buena parte del mundo musical le consideraba casi como un epígono o discípulo de ese nuevo fenómeno musical que conocemos por el nombre de Richard Wagner. A ello se añadió, también, el hecho de que los jóvenes
scapigliati renegaron de lo que él representaba --la tradición italiana-- y se lanzaron en brazos del wagnerismo --con el propio Boito a la cabeza, que luego hubo de dar marcha atrás, por cierto--, como si el mundo no hubiera existido antes de eso.
Ahora bien, tampoco me cabe la menor duda de que durante esos cinco lustros Verdi tuvo que reflexionar profundamente sobre el camino que debía tomar su obra y el modo de congraciar ésta (y su dignidad como gran compositor) con las nuevas vías que Wagner había desbrozado en la Música en general y en el teatro musical en concreto, con sus hallazgos musicales y dramatúrgicos... Vamos, que hubo de verse en una encrucijada (de la que, por cierto, salió plenamente airoso con dos obras maestras como
Otello y
Falstaff).