Hombre, lo de "desapego" en Herlitzius es una opinión ciertamente original.
Pero, vamos, que no voy a seguir insistiendo en el asunto, no sea que acabe engrosando la conspiración esa de los churros que ha descubierto mister Tunner.
A lo que voy: repaso de las jugadas más interesantes de
La valquiria, que ya conocía de años anteriores. El morbo estaba en Wolfgang Koch y tengo que envainármela: no se ha pegado el castañazo que pronostiqué. Hasta el tramo final ha defendido el papel con dignidad, salvo en la parte baja del pentagrama. Su duelo con Catherine Foster -otra al límite de sus posibilidades- es sin duda el mejor de las últimas versiones bayreuthianas. La despedida, eso sí, agónica. Del resto, más o menos como a todo el mundo, me ha gustado sobre todo la pareja de welsungos. Quizás la Kampe algo más tocada que en pasadas ediciones, pero demostrando que se puede interpretar con toda la carne en el asador sin perder la línea de canto; y no miro a nadie...
El Botha muy bien: una voz redonda y consistente, brillante por momentos. ¿Que su fraseo no es el más variado ni el más incisivo? ¡A ver, que hace cuatro días teníamos a Wottrich! En cambio, Kwangchul Youn va a menos de año en año: solo un fenómeno de la naturaleza puede ser convincente como Gurnemanz y como Hunding; el coreano no lo es.
Nota alta para las walkirias y una vez más para Petrenko, aunque su aversión al énfasis y su lectura horizontal y narrativa me sabe a poco en los momentos más intensos de esta maravillosa obra maestra.