Un amigo músico, ya fallecido, me habló una vez de "La Revisión". Según él, a medida que avanza la experiencia melómana del aficionado, los criterios para valorar a los músicos (y muy especialmente, a los cantantes), varían, y así, voces que te han maravillado de joven, que te ofrecían todo lo que buscabas en esa música, con el pasar de los años empiezan a resultarte cada vez más agotados, menos satisfactorios o menos interesantes que antes: el mito se cae, no supera La Revisión. Otros, en cambio, sí que lo hacen, y te alucinan lo mismo a cualquier edad, e incluso puede haber voces que, con esa revisión madura, salgan ganando, pues se les va apreciando virtudes que no resultaban tan evidentes en las primeras audiciones.
Una diva no tiene edad, de modo que yo no estoy para hacer esas revisiones "de madurez" como si fuese la Mariscala. Pero desde esa forma de verlo, creo que, con el tiempo, el cantante que más se me ha caído de lo adoradísimo que lo tuve a los sentimientos tan contradictorios que me ha ido generando, es Plácido Domingo (y hablo solo del tenor, su etapa actual ni la considero). Otra precipitada del barranco pabajo ha sido Astrid Varnay. Quizá porque llegué a Wagner algo tarde (y a la discografía en vivo de Wagner algo más tarde) ese algo mítico que tenía el obtener y escuchar discos donde salía La Varnay, la verdad, se agotó dolorosamente pronto: entre la heterodoxia temeraria de la técnica, la afinación y esa expresividad rollo miradme miradme miradme soy supervolcánicaaaaaaa que se ha quedado ya muy viejuno, el mito de la dramática wagneriana para mí no resistió entre Flagstad y Nilsson. También salieron del Edén Fiorenza Cossotto, Richard Tucker, Anne-Sophie von Otter (qué cosa más perfecta y más aburrida), Zinka Milanov, Rolando Panerai, Walter Berry, Victoria de los Ángeles, Piero Cappuccilli, Leyla Gencer, Gabriel Bacquier, José van Dam (¿tanto tanto tanto, hijo? ¿De verdad?), Sherrill Milnes, Kiri Te Kanawa y por supuesto Boris Christoff. Si bien, antes de precipitarlos por una fosa abisal, reconozco haber tenido un breve idilio con la voz de Giuseppe di Stefano y las voluntades expresivas de Tito Gobbi, juro por el rábano de Scarlett O'Hara que a Mario del Monaco, Cecilia Bartoli, Leontyne Price y Fedora Barbieri no los quise nunca.
Con la Revisión, sin embargo, han salido ganando Renata Scotto (cada día más grandérrima), Jon Vickers, Frederica von Stade, Nicolai Gedda (¿se puede ser más musical?), Anna Moffo (qué cosita más astuta), Sena Jurinac, Anton Dermota, Wolfgang Windgassen (prácticamente, el inventor del cerebro en Wagner), Giuseppe Taddei, Cesare Valletti, Tom Krause, Lucia Valentini-Terrani (que cantara lo que cantase, siempre tiene algo que enseñar), la exquisita Mady Mesplé, e incluso Herva Nelli (cada vez me ha ido pareciendo más excesiva la tirria contra esta soprano sin duda limitada, pero de cuya arte salen 20 Cheryl Studers, 30 Renée Flemings, 50 Angela Gheoghius y 90 Anna Netrebkos)
Casos "difíciles" de determinar si viven dentro del Edén o a las puertas del paraíso, porque han ido alternando ambos lugares, son Mirella Freni (ahora mismo, muy fuera), Montserrat Caballé (ahora mismo, dentro), Dietrich Fiescher-Dieskau (dentro y fuera a la vez; tiene una ubicuidad divina) o Renata Tebaldi, que salió del paraíso y acaba de volver.
Resistieron la Revisión, entonces y ahora, Teresa Berganza, Cornell MacNeil, Shirley Verrett, Carlo Bergonzi, Luciano Pavarotti (todavía sí), Christa Ludwig (todavía también), Fritz Wunderlich, Helge Roswaenge, Sesto Bruscantini y por encima de todo y de todos, siempre, Maria Callas. Con lo supersutherlianista que he sido siempre, tengo que confesar que, lejanamente, La Revisión ha empezado a alcanzar también a la australiana, pero si al final, de su categoría AAA+++ le acabo quitando un +, el mismo le iría directamente a la genial y cada día más admirada Marilyn Horne.
¿Y uds? ¿Han tenido Revisión, o al menos, cambios de opinión, a mejor o a peor, sobre los mismos cantantes?
_________________ Die Wahrheit ist bei mir, Mandryka.
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