Me pido Caballé, que la serda ya se cree bastante diva.

Nada más lejos de mi intención este fin de semana que escuchar Luisa Miller, pero ya ven, tienen ustedes poder sobre el curso que toman las vidas ajenas.

No abusen del mismo.

Es cierto que el cambio de curso venía ya dibujado por las características del terreno y no ha sido muy violento, de todas formas.

De Luisa Miller siempre he preferido la primera parte, un Verdi todavía perteneciente a la época de las galeras, de gran seducción melódica.

El final recuerda demasiado a la música de la trilogía famosa que le sigue y en relación a ellas, a mi juicio desmerece en poder melódico, no en verdad dramática.

La aria del tenor me sigue pareciendo el momento más inspirado.

Me encanta que me deje MacNeil! Siempre he querido ser un hombre.

Bueno, pues todas satisfechas...

(y yo pensando que sería imposible contentar a tanta diva... ¡Si es que Verdi opera milagros!).

¡Caramba, parece que el personal últimamente se lo está currando a base de bien!...

Luisa Miller es una ópera de difícil acercamiento (no me extraña que haya aficionados a los que no les acabe de entrar; a mí también me costó lo suyo), porque se sitúa en una especie de terreno de nadie, sin clara definición dentro de la evolución verdiana (a Stiffelio le ocurre algo parecido), que todavía no es la madurez, pero que tampoco es ya la frescura y la inconsciencia juvenil. De todas formas, creo que es una de esas óperas que ganan mucho vistas en escena, y sobre todo ese tercer acto extraordinario, de una densidad dramática y psicológica apabullante, como muy bien han analizado nuestros ilustres foreros.


Comparto el entusiasmo por esta magnífica definición, que resume pefectamente toda una corriente, un estilo o una época fundamental de la historia de la Ópera.

Luisa Miller es un operón extraordinario. Probablemente, es de las mejores de la "segunda fila" verdiana.
Y no me parece especialmente difícil para el oyente. Claro que, en mi caso, con mi "verdianismo furibundo" todas me resultan atractivas. Unas más que otras, claro.

Luisa Miller es una de las obras más subvaloradas de la música occidental

Otro que piensan igual, si especialmente escuchamos la grabación en vivo del Met 1.968 que algunos han citado, con un bravísimo Sherrill Milnes, una portentosa Caballé, unos más que solventes bajos Flagello y Tozzi.
Pero no se olviden Señores y Señoras, del tenor del citado evento

¿ Lo saben apreciar?

no desaprovecha usté una pa hacer campaña!
desde luego, en ese directo del Met está soberbio.

como casi siempre

Impresionante Richard Tucker. A ver si escucho esta ópera, que aún la tengo pendiente.

Ahí dejo un vídeo, a modo de cebo, para que los más expertos verdianos del foro den su opinión sobre la escena que en él se contiene. Por mi parte, considero que se trata de uno de los momentos claves del Nabucco, una escena fantástica que rezuma belleza melódica por todos los poros, que es muestra paradigmática de lo que fue el melodramma operístico decimonónico, que está llena del típico espíritu verdiano y que consigue crear un momento de gran efectividad y potencia dramáticas, con ese contraste, tan tremendo e inesperado, entre la soberbia del todopoderoso monarca pagano y su inmediata humillación pública (y sobrenatural, no lo olvidemos), por parte del "único" y "verdadero" dios (el dios de los judíos, sí, pero también el de los cristianos). Gran momento operístico, sin duda, en el que, además, el soberbio tirano da paso --tímidamente-- a su faceta como padre ("Oh! mia figlia!... e tu pur anco non soccorri al debil fianco?"), insinuándose, así, un arquetipo --el paterno-- que tan decisivo fue para el universo operístico verdiano.

En efecto, otro momento sublime, y como dice usted, decisivo en el establecimiento del universo verdiano. Desde luego bien podría haber sido la elegida como "cumbre" de "Nabucco". Curiosamente, a pesar del éxito de la ópera, esta escena le ganó a Verdi acusaciones de no saber componer arias.

Y tan sublime como la escena es la interpretación de MacNeil, un hito verdiano del S.XX. Me pregunto quién puede seguir con la cantinela de que este hombre no era un gran intérprete. Un coloso.