Alberich el Negro escribió:
Efectivamente: en la práctica totalidad de los teatros que las han programado no se interpretan bajo "ese prisma", al menos, desde la época del propio Wagner...
Y otro tanto podríamos decir del resto del repertorio.
De todas formas, confiemos en que el sentir mayoritario de esa especie de oráculo de Delfos operístico actual que se denomina "público joven" no sea tan restrictivo y unidireccional como el de nuestro compañero Spallanzani pues, además de estar cerrando la posibilidad a una gran cantidad de posibles propuestas escénicas, se estaría corriendo el riesgo de encontrarse cada vez más lejos de lo que pudo ser la voluntad primigenia del autor, con el riesgo de descontextualización que eso conlleva, al perder referencias que pueden resultar fundamentales para entender cada una de las obras en su contexto original (lo que ya viene ocurriendo, en gran medida, desde hace unos años, de ahí la reflexión de Ángelparsifal, que está muy bien traída).
Eso de que no se representan así desde Wagner, no es verdad. Que yo sepa (si no, corríjaseme), durante la primera mitad del siglo XX y aun entrada la segunda, no se hicieron cosas muy distintas a lo que el compositor presentó en su tiempo.
En contra de lo que le haya podido parecer, no gusto de divergencias excesivas por parte de los directores en la historia con respecto a la concepción de su autor, al menos en lo esencial. Lejos de mi intención está restringir ni vetar nada, y mucho menos ideas originales del autor.
En los casi 150 años que han pasado desde que se estrenara la última de la tetralogía, ya ha dado tiempo a que los gusto estéticos cambien, y si bien las obras maestras no caducan nunca, sí que lo hacen ciertos lenguajes que por lejanos, vagamente hacen que un espectador del siglo XXI se sienta partícipe de la historia que le están contando.
Creo que es muy distinto ser absolutamente fiel a lo que Wagner presentó en los estrenos, a ser fiel a lo que Wagner quería transmitir al publico que asistió a ellos (en lo visual, claro está). Uno del s.XIX no utilizaría las mismas palabras para contarnos algo que uno del s.XXI, como tampoco se iba vestido a una boda decimonónica como se va ahora. Se trata de adaptarse al receptor, y para eso no es necesario llegar a mancillar libretos ni historias.
La producción de Seattle no me parece menos respetable que cualquier otra, y más cuando da el gusto a buena parte del público como vd., señor Alberich, que echa de menos más representaciones así. Solamente opino que producciones así no aportan nada y no deberían ser mucho mas numerosas de lo que lo son en la actualidad, aunque se echen de menos unas pocas más, y con razón, por gente como usted, al que respeto su gustos y créame que los entiendo.