Bronca en Cincinnati entre la Mutter y una señora que estaba grabando el concierto con su teléfono y que acabó expulsada de la sala.

https://www.bizjournals.com/cincinnati/ ... after.html

Tuvo mala suerte la pobre señora, porque uno primero pasmado y luego ya para nada sorprendido, observa un día y el otro también, como asistentes graban funciones o conciertos sin ningún sonrojo y en las narices de los artistas.

Bien hecho por la violinista alemana y el teatro.
Si grabas en teatro o sala de conciertos, actividad prohibida a priori, ya sabes a lo que te expones

La Canadian Opera Company pone en escena la producción de Robert Wilson que se ha visto en Madrid. Como consideran que la ópera es racialmente ofensiva, a los ministros los llaman Jim, Bob y Bill en los sobretítulos. Una bowdlerización de lo más pueril, en mi opinión.

https://www.cbc.ca/news/entertainment/t ... -1.5296835

Por otro lado, Tamara Wilson, que se marchó de la Aida de Verona por no querer maquillarse y dice que no va a cantar más Aidas que las que tiene contratadas, no parece tener problemas en hacer de china.

Claro, como parece ser algo menos políticamente correcto, pues nos rasgamos los ojos y listo... La hipocresía anglosajona funcionando de nuevo...

En los EE.UU. hay mucha hipocresía agresiva, eso lo estamos viendo con el acoso a Plácido Domingo.
Pero maquillarse para parecer negro/a en un rol de ópera es absurdo en cualquier continente. La pasada temporada en el Liceu J’Nai Bridges hizo de princesa centroeuropea y nadie esperaba que se hubiera caracterizado para parecer blanca y rubia. Lo que sí esperábamos es que hubiera cantado con algo de volumen.

Sin embargo Elina Garanca se pone una peluca morena para interpretar a Carmen y nadie se ofende por ello, lo cual resulta lógico y de puro sentido común.

Es que a Elina además de sus conocidas virtudes vocales y musicales, es una persona inteligente y con sentido común

A mí desde luego no me ofende, pero discrepo con lo del sentido común, porque en esa expresión veo una posibilidad de generalizar un patrón estético. Elina Garanča se pone una peluca morena y queda estupenda como Carmen; muy bien, pero... ¿Significa eso que J’Nai Bridges debería ponerse una peluca rubia para el rol de Federica? En mi opinión quedaría bastante ridícula, así que si no lo ha hecho es por lo mismo, o sea por sentido común.
Y para volver al ejemplo primitivo, en mi opinión una Aida ya nunca será menos Aida por no parecer etíope; puede parecer cualquier otra cosa y ser igual de válida, por tanto puede parecerse a la actriz que la encarna, sin más.

A lo que me refería con de lógico y de sentido común es a no ofenderse por ver a Elina Garanča (¡gracias por ayudarme a encontrar la č!) con peluca morena. Otra cosa es que según los casos pueda resultar más o menos realista, o incluso ridículo; eso depende como usted dice del patrón estético que se aplique.

Ver a J’Nai Bridges con peluca rubia podrá resultar absurdo o ridículo, pero no creo que haya motivo para que ningún nórdico rubio y de ojos azules con un mínimo de sentido común se pueda ofender por ello.

https://www.abc.es/cultura/musica/abci- ... ticia.html

Ahora que me he documentado sobre el incidente con Tamara Wilson, lo que opino es que quien debería haber dado prueba de sentido común es la directora artística de Verona, aceptando las objeciones de Wilson al maquillaje. Pero en fin, yo no puedo ponerme en su lugar ya que no tengo títulos para ser director artístico de nada; es solo una opinión.

Mi visión sobre este apasionante tema se basa más bien en la libertad y la comodidad del propio artista, no tiene que ver con las posiciones políticas de lo que en América puedan llamar “The Black People”. Hasta cierto punto puedo entender que muchos negros se sientan ridiculizados al ver a blancos disfrazados de cierta manera, pero no me parece tampoco un argumento definitivo para crear escuela en el vestuario y atrezzo de la ópera. Como universo estético me parece lo bastante rico como para admitir infinitos estilos.

Por lo demás, cualquier antropólogo aficionado nos podría decir que las cantantes de etnia zulú o xhosa (lo pongo como ejemplo porque al parecer en Sudáfrica hay una buena escuela lírica) no se parecen en nada a una princesa nubia o amhara. Por tanto el argumento de que hacen falta más cantantes negros para encarnar roles “racializados” me parece todavía mucho más absurdo. Sería realmente lamentable que los cantantes se especializaran en roles coincidentes racialmente (y esto sería una falacia, además) renunciando a otros para los que estén igual o mejor capacitados. Lo que falta no son cantantes blancos, ni negros ni amarillos, lo que falta es un poco de imaginación por parte de los directores; el público creo que en general ya la tenemos.

Cuando apenas quedan horas para el reestreno anuncian que el programa a ofrecer el el Gaztambide tudelano será doble, con la puesta en escena, además de la ya mencionada El lancero, de la zarzuela El pleito, del mismo compositor. Poca seriedad parece.

Pues como gallego, voy a pedir que se secuestren todas las películas de Xan das Bolas, especialmente que Botón de Ancla no se pueda ver nunca más..... ¡Basta de estereotipos ridiculizantes!

Pero que dejen "Historias de la radio" que es una obra maestra.
Xan das Bolas interpreta al Guardia civil del pueblo serrano que tiene la idea de que el Maestro de escuela concurra al concurso radiofónico para obtener el dinero necesario para operar al niño postrado en cama.

Yo voy a pedir que retiren las películas de Tony Leblanc por cosagrar al chulo madrileño que, encima, se dedica a hacer el timo de la estampita a los paletos y a la empresa fabricante y distribuidora de Mr. Proper, por ridiculización de los calvos.

Si alguien a fecha de hoy filma una película sobre la Revolución Francesa, y la actriz que hace de María Antonieta es más negra que el betún, y a Robespierre lo encarna un chino, pues ningún productor de Hollywood pondrá un solo euro en tamaño disparate.

La ópera es distinta, si sale Magdalena de Coingny encarnada por una soprano china, con tal de que cante bien nos importa un pito.
La ópera lo admite todo. Caballé, con su enorme volumen, cantaba el papel de la lasciva adolescente Salomé (¡y hasta bailaba!). Kraus, sesentón y con el bigote teñido de rubio, se hacía pasar por el joven Werther. Que así sea.