Nuestro protagonista de hoy apenas ha sido mencionado en el foro, así que les dejo una pequeña ficha.
Joseph Martin Kraus nació en Miltenberg am Main el 20 de junio de 1756, en una familia de catorce hermanos, en la que solo sobrevivió la mitad. Al poco tiempo, los Kraus se trasladaron a Buchen. En esta población Joseph Martin estudió latín y aprendió a tocar el violín y el piano. En su juventud recibió una amplia pero nunca completada formación en filología, derecho y filosofía, trasladándose de una institución académica a otra (en Mannheim, Maguncia, Erfurt y Gotinga). Finalmente, su espíritu inquieto y algunas desavenencias familiares lo llevaron a Suecia, donde terminó instalándose. En los años ochenta, emprendió una fulgurante carrera cortesana, bajo la protección del rey Gustavo III y viajó por toda Europa en su condición de
Hofkapellmeister, trabando contacto con figuras como Gluck o Haydn, aunque manteniendo siempre una fuerte personalidad musical. La tuberculosis terminó prematuramente con su vida, el 15 de diciembre de 1792, circunstancia que algún historiador poco imaginativo aprovechó para bautizarlo como “el Mozart sueco”. La tumba del músico, en la península de Tivoli, al norte de Estocolmo, le recuerda con un bonito epitafio:
“Aquí descansa el cuerpo de Kraus; el alma vive en su música”.La obra de Kraus comprende algunas óperas como
Proserpina,
Solimán II o
Dido y Eneas, además de numerosas piezas para las diversas obras que estrenó en su condición de responsable del Drottningholm Slottsteater. Además es autor de doce sinfonías, música religiosa y una amplia producción de música de cámara. El fragmento que les dejo abre la primera de las óperas mencionadas y la única que conozco. Se trata de una
opera seria en un acto, basada en una versión escrita por el propio rey Gustavo III y versificada por el poeta Johan Henrik Kellgren del conocido episodio de las
Metamorfosis de Ovidio. Aunque soy poco partidario de estas historias mitológicas, el resultado en este caso me parece entretenido e incluso, en algunos momentos, emocionante. El variopinto tejido musical alterna arias, dúos y coros con gran sentido dramático, todo ello respaldado por una orquesta que llega a ser un protagonista más de la historia. La versión corresponde al reestreno de la obra en el festival de Schwetzingen, con ocasión del 250 aniversario del nacimiento del músico. Se trata de la espléndida obertura, a la que sería una barrabasada cortar el coro que sigue.
Joseph Martin Kraus - Proserpina - Obertura y coro inicialPueden comparar con la lectura de la misma pieza a cargo de
Mark Tatlow y la propia Orquesta del Teatro de Drottningholm.