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Cuando se estrenó la película de Andrei Tarkovski, Stalker, recuerdo como algún crítico caracterizó el film como un "western cerebral". De manera similar, Brian Ferneyhough llama a su primera y, por el momento, única incursión en el terreno de la lírica, una "thought opera".
Totalmente alejada de cualquier tentación narrativa, de utilizar esquemas de la ópera Romántica que Ferneyhough encuentra irrelevantes en el mundo actual, la obra utiliza como hilo conductor la figura del filósofo y crítico literario Walter Benjamin, su muerte y las visicitudes que sufre el escritor muerto. Varios planos se entrecuzan constantemente, y una gran variedad de lecturas son posibles.
En realidad, en palabras del propio Ferneyhough y su libretista, Charles Bernstein, se trata de un intento nada menos que de ir en busca del corazón de la obra de Benjamin, del interior más profundo de nuestra propia era, tal vez encontrar la cámara mortuoria de la cultura occidental.
Ambicioso programa, que veremos hasta que punto ha cumplido las expectativas de sus autores.
Se trata sin duda de una música "difícil", y de un pequeño rompecabezas "argumental". Pocos se enamoraran a primera vista, y no dígamos a primera audición, de una ópera como ésta. Pero la escucha atenta y repetida, puede ir revelando algunos de los muchos secretos que encierra la obra, y acabar por engancharnos en sus redes.
Para iniciarse en el universo musical de Ferneyhough, vamos a tomar prestada una aportación del amigo WAM en el hilo de 'Música contemporánea', con una obra de juventud que tal vez sea una de sus composiciones más accesibles. Se trata de Missa Brevis, escrita en 1969 para doce cantantes solistas. No es, evidentemente, una Missa Brevis tradicional. Los intérpretes están enormemente exigidos, se exploran límites de la voz humana y a través de un caos aparente, de una escritura individual, se acaba por entrever una especie de orden, una sugerencia de un verdadero coro. Una escucha fascinante:
Ferneyhough-Missa Brevis
