Ya había leído un poco al respecto, pero a mi parecer y espero que estés de acuerdo EMarty (los hilos donde se habla de Wagner parecen ser últimamente verdadero campo de batalla,
que curioso esto pasa desde el 2 de Agosto de 2009 ) hacer cortes tan gigantescos en la obra wagneriana se puede (prefiero manejarlo como una opción más que como una verdad absoluta) despojar de su interrelación música-drama, y sin duda rebajaríamos su valor y si me permites la licencia su fin.
Me permito citar la un fragmento de
El drama wagneriano
Por Houston Stewart Chamberlain escribió:
Si después de haber comprendido bien el sentido y alcance de este drama, nos retrotraemos al primer proyecto de Wagner, consistente en un drama que tenía por origen las mismas leyendas, podremos darnos cuenta del inmenso avance realizado por el maestro en el breve espacio de cuatro años aproximadamente, que separa la concepción de los dos poemas. Mas, de otro lado, si examinamos lo que ocurre en los teatros del dia y la manera como representan El Anillo del Nibelungo, tendremos que reconocer que aún no se ha dado el primer paso en el camino seguido por Wagner, y que tampoco el público que admira esas representaciones tiene ni el presentimiento tan sólo de lo que puede ser el drama wagneriano. En ningún caso podemos observarlo mejor que en El Anillo del Nibelungo, aunque bien mirado el desconocimiento que respecto a dicha obra se revela puede ser altamente instructiva para el observador. Por ejemplo, es costumbre generalizada representar por separado una parte cualquiera de la Tetralogia; ello equivale a resignarse a conocer únicamente fragmentos de una acción que no puede tener asi ningún significado y que carece dé principio o de fin. Mas, ¿por qué han de hacerlo de otra suerte, si no consideran El Anillo del Nibelungo como la tragedia de Wotan?. Siguiendo este procedimiento se llega a considerar las cuatro partes de la Tetralogía, simplemente como una serie de episodios extraídos de los Eddas y reunidos -sin necesidad alguna- bajo un titulo general. En efecto: ¿qué relación hay entre la historia de Sigmundo y Siglinda y la de Alberico y las Hijas del Rhin, o entre los Gibijungos y los Welsas?. Pero admitiendo las cosas de este modo es curioso destacar que no puede llegarse a comprender el personaje de Wotan. Imposible es entender lo que quiere, ni por qué interviene en la acción a cada momento: parece un personaje superfluo, episódico y que sólo sirve de estorbo; y sobre todo, se dirá "que está falto en absoluto de carácter dramático”. Entonces resulta lógico que se procure eliminarlo todo lo posible a fuerza de cortes en la acción, hasta llegar, a menudo, a prescindir por completo de la - representación de El Oro del Rhin. En La Walkiria se abrevia de tal manera la escena entre Wotan y Fricka que lo que dicen ambos no tiene ningún sentido. En cuanto a la escena siguiente, el gran diálogo entre Wotan y Brunhilda -que era, en concepto de Wagner, el punto culminante de toda la Tetralogia-, sólo se conserva la mitad del mismo. Lo propio sucede con la escena entre Wotan y Mme en el primer acto de Sigfrido; y con frecuencia se mutilan también, más o menos, las escenas del segundo y tercer actos en que aparece Wotan. Finalmente, en El Ocaso de los Dioses se suprime muchas veces la escena de las Nornas y casi, siempre la de Waltrauta.
El caso que se cuenta de aquella compañía que representó el Hamlet, suprimiendo el papel de Hamlet, ha dejado, pues, de ser un chiste para convertirse en un hecho real que se reproduce todos los días para la tragedia de Wotan. Y si ello sucede en la propia patria del poeta, ¿qué tiene de extraño que en el extranjero se siga el mal ejemplo? Pero hemos de confesar que este hecho, a causa de su misma enormidad, hasta nos llega a ser grato, pues pensamos que terminará por llamar la atención sobre e¡ significado de Wagner como autor dramático. En efecto, si las obras de Wagner son óperas, hay que convenir en que son óperas muy malas; y El Anillo del Nibelungo en particular, es sencillamente una monstruosidad. En 1876 un critico de los más conocidos en Alemania, propuso que se practicasen inmensos cortes en aquella obra, modificándola de tal modo que pudiese ser representado todo El Anillo del Nibelungo en una velada, dándole la duración habitual de una ópera. Con los pasajes que encontraba de real belleza lírica, podría formarse -decia- una hermosa ópera, ejecutándolos uno detrás del otro. De lo que dudamos nosotros es de que la ópera así elaborada resultase hermosa ... pero debemos convenir que la idea de aquel critico, desde el momento que él no sospechaba la existencia de la tragedia de Wotan, era perfectamente lógica. Añadamos aún una segunda opinión -ya aducida a propósito de Tristán e Isolda y que se repite para el Parsifal-, y es que lo que para nosotros constituye la acción propiamente emocional, lo que sucede en las profundidades del alma, no parece en ningún modo dramático al crítico aludido ni tampoco a sus similares; y así habremos precisado mejor el objeto de la controversia que no discutiendo inútilmente a base de entusiasmos y antipatías. En este caso los caracteres de músico y de critico se encuentran en absoluta oposición y es provechoso hacerlo constar.
El critico no se ocupa de la vida de Wagner ni de su evolución artístico; no se cuida de estudiar las ideas formuladas por el maestro sobre la naturaleza de la música y la nueva forma de drama por él buscada; considera, por el contrario, todas las manifestaciones del arte desde un punto de vista previamente establecido y puramente teórico; y pone toda su inteligencia en no separarse jamás de la regla que se ha trazado, en no entregarse jamás a la emoción que pudiera causarle una obra escuchada ingenuamente. Pero ¿cuál es este punto de vista desde donde el critico lo examina todo? El sostiene en realidad los extremos siguientes: primero, cuando en un escenario de teatro se hace música, la obra es una ópera; segundo, en una ópera la música es el fin: todo lo demás no tiene razón de ser sino en cuanto sirve de pretexto para hacer música; tercero, la música en sí misma es exclusivamente un, goce de los sentidos, un halago del oído, o como dijo el célebre critico musical Hanslick, un arabesco de sonidos y nada más.
Wagner opuso a esas tres afirmaciones las tres tesis siguientes:
I "Yo no escribo óperas; y como no quiero inventar un vocablo arbitrario para designar mis obras, las denomino dramas., porque cuando menos esta palabra indica claramente el punto de vista en que, hay que situarse para comprender el fin a que me dirijo."
II. "El error principal del género ópera consiste en haber hecho de la música el fin de la obra, cuando no debe ser más que uno de los medios de expresión; y por el contrario, el fin mismo de lo que se trata de expresar, es decir, el drama, no ha sido considerado sino como un medio de expresión."
III. "De la obra del gran Beethoven se deduce una nueva revelación sobre la esencia misma de la música…Esta música sinfónica no puede aparecer sino como una revelación que viene de otro mundo; y realmente, ella nos revela, en medio de fenómenos de toda índole, conexiones que no tienen nada de común con las que percibe el entendimiento; y dispone de tal poder de persuasión, imponiéndose a nuestro sentimiento con precisión tan infalible, que la razón lógica queda vencida y desarmada ... Este desarrollo moderno dé la música responde a una profunda necesidad interna de la humanidad