Seguimos con las breves notas musicales sobre la ópera, terminando el Primer Cuadro.
Antes de nada, el libreto:
FRANCES
FRERE LEON
Père, c'est la troisième fois que tu m'arrêtes, pour
dresser une liste de plus hauts sommets de la force
de l'intelligence, de la vertu... et toujours tu ajoutes:
non! tout cela n'est pas la joie, la joie parfaite...
Dis-moi donc, Père, je te prie.. où est la joie parfaite?
SAINT FRANÇOIS
Frère Léon, petite brebis, écoute bien ce que je vais te dire
S'il se met a pleuvoir, et que, trempés de pluie,
souillés de boue, tourmentés par la faim, nous arrivons
après une très longue marche, à la porte du couvent,
et que le portier nous ne reconnaisse pas,
et refuse de nous ouvrir... si nous insistons et frappons
à la porte, et que le portier nous injurie en disant:
Allez-vous-en! vauriens! misérables vouleurs!
Si, constraints par la faim, l'orage, la nuit nous frappons
encore à la porte, et que le portier, exaspéré, sorte
avec un grand bâton, nous lance par terre, et nous
roue de coups.... Si nous supportons ces choses,
patiemment, avec allégresse, en pensant aux souffrances
du Christ béni: voilà la joie, la joie parfaite.
Car, au-dessus de toutes les grâces et dons de l'Esprit
Saint, que le Christ accorde à ses amis, il y a le pouvoir
de se vaincre soi-même, et de supporter volontiers,
pour l'amour du Christ, les peines, les injuries,
les opprobes, les incommoditès.
De tous les autres dons de Dieu, nous ne pouvons
pas nous glorifier, puisqu'ils ne viennent pas de nous,
mais de Lui.
De la Croix, de la tribulation, de l'affliction,
nous pouvons nous glorifier, car cela nous appartient.
C'est pourquoi l'Apôtre dit:
Je ne glorifierai pas, si ce n'est dans la Croix
de Notre Seigneur Jésus-Christ.
CHOEUR
Celui qui veut marcher sur mes pas, qu'il renonce
à lui-même, qu'il prenne sa croix, et qu'il me suive
ESPAÑOL
HERMANO LEON
Padre, ésta es la tercera vez que me detienes,
para detallar las cimas más altas del poder, la inteligencia
la virtud... Y siempre añades: no, esto no es
la Felicidad, la Felicidad perfecta.
Dime entonces, Padre, te lo ruego...
¿Dónde está la Felicidad perfecta?
SAN FRANCISCO
Hermano León, corderito mí, escucha bien
lo que tengo que decirte
Si empieza a llover y, empapados por la lluvia,
cubiertos de barro, atormentados por el hambre,
llegamos tras un largo camino a las puertas del convento
y el portero no nos reconoce, y nos niega la entrada
si insistimos y golpeamos la puerta, y si el portero
nos insulta, diciendo: ¡Fuera!, !vagabundos!, ¡miserables ladrones!
Si, obligados por el hambre, la tormenta y la noche
golpeamos de nuevo la puerta, y el portero, exasperado,
aparece con un bastón, nos tira al suelo y nos golpea...
Si soportamos todo esto con paciencia, con alegría
pensando en los sufrimientos de Cristo Bendito
eso es la Felicidad, la Felicidad verdadera.
Por encima de todos los favores y regalos del Espiritu Santo
que Cristo dona a sus amigos, está el poder de
sobrepasarse a sí mismo, y soportar voluntariamente
por amor de Cristo, enfermedades, insultos, oprobios y penalidades.
No importan los dones de Dios, no podemos
glorificarnos a nosotros mismos, pues esos dones
no provienen de nosotros, sino de El.
De la Cruz, de las tribulaciones, de la aflicción,
podemos glorificarnos, pues nos pertenecen.
Estos son los dichos de los Apostoles:
No me glorificaré, si no es en la Cruz de Nuestro Señor
CORO
El que quiera caminar a mi lado, que renuncie a sí mismo,
coja la cruz, y me siga.
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Cuando Messiaen nos libera del trance, nos encontramos con la alondra introduciendo las palabras del Hermano Léon, y un silencio se extiende mientras esperamos la respuesta de San Francisco, introducida por un
tutti orquestal.
Sobre el tema de la Felicidad Perfecta, y el acompañamiento de cuerdas y trombones edifica Messiaen el largo discurso de San Francisco, la primera prueba de fuego para el barítono protagonista. También utiliza dos cantos de pájaro: el autillo y la lechuza, mucho más difíciles de identificar (para mí, obviamente) que la alondra.
Al terminar el Santo su parlamento, se inicia un espléndido interludio orquestal, de nuevo con el gamelán y la alondra. La intervención final del Coro, de una gran delicadeza, cierra el Cuadro.
Escuchamos en esta ocasión la versión de Ozawa.
Ozawa-Final Primer Cuadro