Ayer estuve oyéndole en el Auditorio, en el Ciclo de Scherzo, al que suele venir casi todos los años. Me pareció maravillosos, especialmente su partita (nº 2) de Bach. Creo que es la vez que más me ha gustado y me ha convencido por completo.

Pues venga. Os cuento.

Concierto no. 11 de la temporada 2009/10 de la OSCyL.
El joven Vasily Petrenko es un director extraordinario. Es titular en Birmingham, aquí invitado con cierta frecuencia. La Orquesta de Castilla y León no parece mayormente fuera de serie aunque sí sólida. Pero cuando la dirige Petrenko se crece de una manera... sorprendente.
Hoy tocaba la 40 de Mozart y la 14 de Shostakovich. Tienen en común que son las penúltimas de los respectivos compositores. Pero nada más las une. la de Mozart es de clásicos populares totalmente. Petrenko tuvo ideas y sonó sorprendentemente fresca, original, cosa que se agradece en piezas tan trilladas.

No se podía casi salir al foyer en el descanso porque les ha dado por meter un congreso 'de las regiones' en el auditorio, tampoco se podía aparcar en el sótano 'por razones de seguridad' (Menos mal que no tengo coche. La bici en su árbol como siempre).

Y después del descanso la sorpresa: Yo no conocía la 14 de Shostakovich que consta de 11 piezas cantadas para soprano, bajo, y orquesta de cuerdas y percusión. Textos de Lorca, Apollinaire, Rilke..Tema: la muerte! Cantaban Olga Sergeeva y sobre todo un bajo de verdad: Sergey Aleksashkin. Madre mía. Me he acordado mucho del Idi. Pienso que le habría gustado.
Me encogía cada vez más porque realmente sobrecogedora, la música y la letra. Qué bien suena el ruso! Petrenko (que tiene una mano izquierda elegantísima) como en casa, entre los suyos. La orquesta le seguía.
El público un poco inquieto.. Tampoco los abonados de aquí se dejan llevar fácilmente por estos sonidos siglo XX..
Al finalizar hubo bastante prisa por largarse (por lo del fútbol). Bis imposible porque después de esta conclusión que se oyó ¿Qué más se va a cantar?

Habrase visto desprecio!

Me alegro de que disfrutaras del concierto Vaya programa!

Que no. No es desprecio. Pero reconoce que es de estas piezas que es difícil devolverles un sonido fresco. Cosa que aquí se logró!! Con Petrenko.
Hace mucho que no escucho una novena de Beethoven. Es que se ha abusado de ella ... muchísimo. ¿Acaso no es verdad?
Está previsto que vengan Mackerras y Enlightenment el 11 de abril para tocar una novena. Por cierto. Ayer corrió el rumor de que se suprime este concierto..... Veremos......

Gracias parte

Yo vi hace poco en Londres a Mackerras y la verdad es que no está para muchos trotes, creía que ya no daba conciertos fuera de la Pérfida Albion. Espero que tengáis suerte y no cancele.

Un lapsus a corregir: Petrenko es titular de Liverpool, no de Birmingham.

Ah, bueno!

La dificultad seguramente se reparte entre músicos y audiencia, ambos han de tocarlas/escucharlas como si fueran nuevas.

Siempre es un inmenso placer escucharlas bien intepretadas, suerte con la novena!

He escuchado un montón de grabaciones radiofónicas de Vasily Petrenko y a mí también me parece un director estupendo. ¡Qué suerte tenéis de haberle visto!

Concierto 18 del ciclo de la Orquesta y Coro Nacionales en el Auditorio de Madrid. En el programa el dibujo sinfónico de Las Hébridas y el Concierto para violín de Mendelssohn y la Sinfonía nº 11 (el año 1905) de Shostakovich. En el podio, un director que yo no conocía y que me ha parecido de lo más interesante, el ruso nacionalizado norteamericano Yakov Kreizberg, actual director titular de la Filarmónica de Holanda y antiguo principal director invitado de la Filarmónica de Viena y titular de la Opera Cómica de Berlín. Es un director reposado, detallista y con tendencia al ralentí, su lectura de Las Hébridas ha sido espléndida y nos ha dado una 11ª de Shostakovich apasionante, riquísima de matices, al salir del concierto comentábamos que ha sido música paladeada más que música simplemente escuchada, las transiciones entre los momentos de marcial fogosidad y los de triste lirismo han sido ejemplares. La gente estaba muy atenta y concentrada, casi no ha habido toses y eso ya es bastante significativo.
La solista en el Concierto para violín ha sido la joven Akiko Suwanai (como anécdota, toca el Stradivarius "Delfín" de 1714, cedido por una corporación japonesa). Esta obra no me apasiona especialmente y la tengo tan oída que mi actitud no es la más favorable para su escucha, pero la intérprete me ha dejado muy buena impresión. Sólo me resulta un poco molesto que la obsesión por arrancar el bis cuando interviene un solista provoque unas ovaciones desmedidas e indiscriminadas, aunque el bis en sí (Bach) me haya hecho disfrutar más que el propio concierto.

El mundo del bis que tanto que está dando hablar en otro hilo... Habría que hablar mucho sobre el tema

Por tratarse de Maazel, que por cierto cumplió ochenta años el pasado miércoles, me atrevo a dejar aquí este largo comentario sobre su concierto de ayer sábado en Valencia.
____________________________

La señora Helga Schmidt ha decidido prescindir de los servicios de Lorin Maazel y no renovar su contrato para la temporada 2011/2012, sustituyéndole por un joven absolutamente desconocido del que nadie ha oído hablar. Muy grande debe de ser el agujero económico del Palau de Les Arts para mandar a su casa a un director de semejante talento (y que, según se ha publicado por ahí, estaba dispuesto a continuar en Valencia), aunque también es cierto que el maestro franco-americano es con diferencia el más caro del planeta. En cualquier caso no hay que perderse ni un solo de los conciertos de Maazel, porque son presumiblemente los últimos frente a la excepcional orquesta que él formó, la de la Comunidad Valenciana.

Suite nº 3 op. 55 de Tchaikovsky en la primera parte del programa del sábado 13 de marzo. Una obra flojita, pero la grabación del propio Maazel al frente de la Filarmónica de Viena registrada en 1977 por Decca (y disponible en CD solo en Australia, qué cosas) le saca un insólito partido: es difícil concebir una unión más perfecta entre elegancia, cantabilidad, chispa, fuerza dramática y brillantez. La interpretación ofrecida en Valencia anduvo por los mismos derroteros, es decir, fue magnífica, pero no llegó a un nivel tan estratosférico, dando la impresión de que no estuvo todo lo trabajada -léase ensayada- que debiera al echarse de menos la capacidad para el matiz y la sinceridad prodigiosa del referido registro. En cualquier caso, insisto, interpretación de mucha altura y en general bastante parecida a la anterior, excepción hecha del scherzo, que ahora Maazel aborda con menor vivacidad.

En la Segunda de Sibelius sí que hubo considerables diferencias con respecto a su áspero y escarpado registro de 1964 con la Wiener Philharmoniker (el posterior con la Sinfónica de Pittsburg no lo conozco). Por lo pronto en los tempi: 43’ 23’’ de la interpretación vienesa frente a los casi 50 (lamento no haber cronometrado con exactitud) de la valenciana. Semejante ralentización, unida a la prodigios técnica de batuta de Maazel, consiguieron una clarificación del entramado orquestal de esas que le dejan a uno con la boca abierta.

Pero lo fundamental ha sido el cambio de concepto. Frente al Sibelius digamos “expresionista” del Maazel joven, muy atractivo por su frescura y rebeldía pero no del todo maduro, hemos encontrado aquí el Sibelius del Maazel octogenario, que en absoluto se puede considerar como otoñal pero sí que ha perdido nervio, electricidad y rusticidad para ganar considerablemente en planificación, concentración y -sobre todo- densidad, hasta el punto de que la música del compositor finlandés parecía pasada por el filtro de Bruckner. No hubo, por otra parte, la menor concesión ni a lo contemplativo ni al hedonismo sonoro. ¿Discutible y poco idiomático? Es posible, pero el resultado fue acongojante, sobre todo en un final de una tensión y fuerza dramática fuera de lo común: sin duda una de las cosas más impresionantes que quien suscribe ha escuchado nunca en directo.

De la orquesta es necesario repetir que es fabulosa, pero también debemos hacer constar que ni de lejos posee la belleza sonora de la Filarmónica de Viena, lo que en Tchaikovsky la dejó muy en evidencia pese a la magnífica intervención del concertino en el tema con variaciones. En Sibelius, por el contrario, no hubo tanto que echar en falta. De hecho, impresionó muy especialmente la sonoridad oscura y prieta que el maestro obtuvo de la formación valenciana, a la que habría que escuchar un Brahms o un Bruckner cuanto antes. Antes que se marche Maazel y los músicos comiencen la tocata y fuga, quiero decir.

No sé muy bien dónde poner el anuncio... así que utilizo este hilo de Crónicas.

El viernes de la próxima semana en Oviedo (y el jueves en Gijón), la OSPA interpretará la Misa Glagolítica de Janacek.

Concierto extraordinario

Concierto de Semana Santa

Jueves, 25 de Marzo de 2010, 20:00 - Teatro Jovellanos
Viernes, 26 de Marzo de 2010, 20:00 - Auditorio Príncipe Felipe

Obras:
Haydn: Sinfonía nº 49 en fa menor “La Pasión”
Janacek: Misa glagolítica

Director: Valdés, Maximiano

Solistas: Wessels, Heike (Mezzo), Süss, Carsten (Tenor), Röhlig, Friedemann (Bajo), Libor, Christiane (Soprano)


Las entradas no son especialmente baratas, pero es una ocasión única para escuchar esta maravilla de obra por estas tierras.

Completando la mañana en L'auditori de Barcelona escuché el programa siguiente: concierto nº 5 para piano y orquesta en si bemol mayor de Beethoven y la décima de Schostakovich; en el primero, brilló Javier Perianes como solista, magnífico; en la décima, la OBC dirigida por Pablo González sonó llena de brío y calidad, destacando los merecidos aplausos para su director.

Cotilleo otro día...

Hoy hemos asistido en La Seo de Zaragoza a la deconstrucción de la obra de Haydn Las Siete Palabras de Cristo en la Cruz en versión del compositor aragonés José Peris, para voz y cuarteto de cuerda. El Cuarteto Henschel de Munich y la soprano Ana María Sánchez han sido sus intépretes. Señalo que la pieza original está escrita para orquesta de cámara (Cádiz, 1786) y que luego el propio Haydn versionó para cuarteto de cuerda y piano y, posteriormente como Oratorio.
Peris ha respetado la música de Haydn y las arias de la soprano han servido para cantar cada una de las Siete palabras. A ellas se le suma la Introducción con un maestoso ed adagio y concluye con Terremoto, escrito con un movimiento presto e con tutta la forza.
Una velada curiosa musicalmente, con el compositor presente pero interrumpida numerosas veces por las puertas de la catedral que molestaban en un continuo salir de espectadores cuando ya la hora pasaban de las 21 h. Un cuarteto que ha sonado muy bien, algo metálicos pero la acústica de la catedral es penosa. Tan mala es que tiene una acusada reverberancia que no nos ha mostrado la música interpretada por Ana Mª Sánchez.
Se ha mostrado segura, con amplio registro, bien en las notas altas pero se le escuchaba acústicamente mal. A destacar las tercera, quinta y sexta palabras, aunque a veces cantadas más cerca del verismo que del propio Haydn. La acútica a veces hacía ininteligible el latín.
El concierto ha finalizado con un breve discurso del compositor -con tintes cristianos que sobraban- y una pieza de estreno que se basaba en Haydn y en cantos mozárabes.

Esta mañana en el Auditorio, concierto 19 del ciclo de la ONE. El programa, invertido respecto a lo que resulta habitual en las salas de concierto: para abrir boca, la sinfonía (Pastoral de Beethoven), y tras el descanso, el concierto con solista (concierto para piano op. 20 de Scriabin con Alexei Volodin) y para cerrar, la pieza breve que suele funcionar como obertura (el Poema del éxtasis, también de Scriabin). En el podio, Vladimir Fedoseyev, director ruso que ha dirigido la Orquesta Tchaikovsky, la Wiener Symphonikeer, principal director invitado de la Opera de Zurich y principal director invitado de la Filarmónica de Tokio. Nos ha dado un Beethoven lento, minucioso, muy detallista, que ha resultado agradable de oír (aunque hoy algunos músicos estaban algo despistadillos, con algún error en los metales) aunque no memorable. Lo mejor ha sido sin duda el concierto para piano de Scriabin, que yo escuchaba por primera vez, y en el que se pueden percibir la influencia de Rachmaninov (compañero de conservatorio) que señala en el programa el musicólogo Stefano Russomanno. Al solista, el ruso Alexei Volodin, se le ha arrancado el bis después de las estruendosas ovaciones de rigor (merecidas, no diré yo otra cosa), y nos ha regalado una bella ejecución de un vals de Chopin. Enlazoel programa por si a alguien le interesa.