La tercera de las canciones de este ciclo es Ich hab' ein glühend Messer, (tengo un cuchillo ardiente, o al rojo vivo). Siguiendo con Pérez de Arteaga nos comenta de ella que "es la más apasionada de las cuatro y la única en que Mahler precisa de todo el material orquestal a su disposición, percusión incluida. Tanto Cooke como Jack Diether consideran esta canción como aislada, esto es, sin intervención ni influencia posterior en la obra de Mahler. Sin embargo, temáticamente, el segundo movimiento de la Quinta Sinfonía, mantiene una estrecha relación con este Lied, lo cual es perfectamente comprobable. El final de la canción, tras el deseo de la muerte expresado en el penúltimo verso, es un genial anticipo expresionista: el macabro clarinete de la Sinfonía Trágica se anuncia aquí nítidamente, y como él, el Wozzeck de Berg."
Es una canción desgarrada, que pasa casi del grito al susurro, denotando la desesperación y amargura del poeta. El intérprete ha de asumir este papel e interpretar a la vez que canta, la grandeza de todo Lied.....
Empezaremos con Ludwig otra vez. Aún cayendo en la repetición, volveré a decir que su interpretación, que su adecuación a la música y el texto es excelsa. Veremos a otros cantantes destacar en uno u otro campo, pero Christa reúne todo lo que se puede exigir: vocalidad, expresión, teatralidad.... pasen y disfruten
Ich hab' ein glühend Messer-Ludwig
Ich hab' ein glühend Messer
Language: German
Ich hab' ein glühend Messer,
Ein Messer in meiner Brust,
O weh! Das schneid't so tief
In jede Freud' und jede Lust.
Ach, was ist das für ein böser Gast!
Nimmer hält er Ruh', nimmer hält er Rast,
Nicht bei Tag, noch bei Nacht, wenn ich schlief.
O Weh!
Wenn ich in dem Himmel seh',
Seh' ich zwei blaue Augen stehn.
O Weh! Wenn ich im gelben Felde geh',
Seh' ich von fern das blonde Haar
Im Winde wehn.
O Weh!
Wenn ich aus dem Traum auffahr'
Und höre klingen ihr silbern' Lachen,
O Weh!
Ich wollt', ich läg auf der schwarzen Bahr',
Könnt' nimmer die Augen aufmachen!
Tengo un cuchillo al rojo vivo
Tengo un cuchillo al rojo vivo,
Clavado en mi corazón.
¡Pobre de mí! Corta en lo más profundo
Cada alegría y placer.
¡Ay, qué huésped tan malvado!
Nunca descansa ni ceja,
Ni de día ni de noche, me deja dormir.
¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!
Cuando levanto la mirada al cielo
Veo dos ojos azules.
¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!
Cuando camino por el campo amarillo,
A lo lejos veo su cabello rubio ondear en el viento.
¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!
Cuando despierto de un sueño
Y escucho el tintineo de su risa de plata,
¡Pobre de mí! ¡Pobre de mí!
¡Ojalá estuviese en mi ataúd -
Ojalá no volviera a abrir ya mis ojos!