Esta es la crónica de La Nueva España:
"P. GALLEGO / D. DÍAZ
«Ha sido una gran ópera y estoy muy orgulloso». El Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, realizó ayer estas declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA en la salida de artistas del teatro Campoamor después de asistir a una brillante apertura de la 61ª temporada de ópera, con el título de Poulenc «Diálogos de Carmelitas», en el que actúa su esposa, Sonsoles Espinosa, como integrante del coro. La obra convenció y fue digno inicio para un festival que se prevé muy interesante. Previamente, Rodríguez Zapatero, que vestía traje gris oscuro y corbata de rayas en tonos azules, había pasado por el balneario de Las Caldas, donde almorzó acompañando a su mujer y pasó las horas previas al estreno. A la función de ayer también asistieron las dos hijas adolescentes de la pareja, Laura y Alba.
Minutos antes de las ocho, el Presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, recibió a Rodríguez Zapatero -que llegó solo- a pie de coche en la calle Pelayo. Ante la puerta del Campoamor esperaban el delegado del Gobierno en Asturias, Antonio Trevín, y el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo. Tras el posado oficial y después de que el Presidente del Gobierno accediese a hacerse unas fotos con unas jóvenes del público que le esperaba ante el teatro -público que coreó varias veces ¡presidente!, ¡presidente!-, el grupo pasó al interior.
La presencia de Rodríguez Zapatero en la ópera de Oviedo, además de novedosa, resultó estimulante para el Gobierno regional, pues a esta primera función asistieron los consejeros de Cultura, Encarna Rodríguez Cañas; Sanidad, Ramón Quirós; Medio Ambiente, Belén Fernández e Infraestructuras, Francisco González Buendía.
Aunque el Ayuntamiento cedió el palco municipal al Presidente del Gobierno para que dispusiese del mismo a su gusto, este espacio del teatro permaneció vacío durante la función inaugural, que Rodríguez Zapatero prefirió ver desde la platea número cuatro -la visibilidad del palco municipal es limitada, pues desde el mismo se pierde parte del escenario-, que compartió con sus hijas y con el Presidente del Ejecutivo regional, a su izquierda, y su esposa, Soledad Saavedra, a su derecha. Rodríguez Zapatero conversó animadamente con ambos en los minutos previos al inicio de la representación.
En palcos contiguos al municipal se distribuyeron, entre otros, el presidente de la Fundación Ópera, Jaime Martínez, acompañado por el arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro. Otra de las plateas fue ocupada por la peletera Elena Benarroch, amiga de la familia Zapatero y responsable de muchos de los diseños que luce Sonsoles Espinosa. La presencia en el escenario de la esposa del Presidente no pasó desapercibida, y en los diferentes pisos se escuchaba cuchichear: «¿Dónde está?, ¿es ésa?».
El presidente del Gobierno no compartió el entreacto con el resto del público. Rodríguez Zapatero permaneció durante ese «descanso» en algún lugar del Campoamor -los camerinos, apuntaban algunos- oculto a los ojos del resto de los aficionados. Igual que sus hijas, a las que nadie vio entrar ni salir del teatro. Al finalizar la función, Zapatero abandonó el Campoamor por la salida de artistas junto a su esposa entre un gran gentío que les estaba esperando.
Unos «Diálogos» sobrios y transcendentales. Estos calificativos resumen la velada con la que la Ópera de Oviedo apunta alto, desde el primer título, en su 61.ª temporada. El Campoamor recibió la premiada producción del director de escena Robert Carsen que, con ritmo sereno y efectos impredecibles, conquistó al público. El drama de las dieciséis carmelitas de Compiègne, acechadas por el pueblo revolucionario, desde los lados de la caja escénica, dejó a la grada sin aliento llegado el clímax de la ópera, guillotina incluida tras la danza hacia la luz. La masa de personajes, las luces y sombras, fueron clave en un montaje en el que brilló el elenco de voces. La soprano María Bayo y la mezzo Viorica Cortez fueron las más aplaudidas de un elenco de gran calidad que afrontó con profundidad interpretativa sus roles.
Pamela Armstrong desarrolló un gran papel como la segunda priora. También convenció Kristine Jepson, que sorprendió por su timbre dulce y facilidad para el agudo. El resto de voces las entonaron el Coro de la Ópera de Oviedo y el Coro «Intermezzo», que destacó con rezos intimistas y delicados.
La parte instrumental, a cargo de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) con Maximiano Valdés al frente, protagonizó uno de sus trabajos líricos más elaborados de los últimos años. Una música bien calibrada, que envolvió y sobrecogió a los asistentes, fueron un vehículo perfecto para el drama de las religiosas.
El ciclo arrancó con el aforo casi al completo para recibir uno de los montajes que sin duda quedará en el recuerdo de la segunda temporada lírica con más historia del país. Los «Diálogos» podrán volver a verse mañana y los días 24 y 26."
En fin.
Más anecdótica y social que otra cosa (aunque la crítica de Cosme Marina de mañana será poco más o menos igual...), estoy impaciente por leer opiniones de foreros que aistieron o participaron en la función de ayer, pàra ir preparando la del viernes.
Por ciero: qué rollo lo de la presidenta en el coro, ¿no?
Tres preguntas:
¿Qué pinta esa señora en el Coro de la Ópera?
¿Va a "cantar" en las demás funciones?
¿Es de verdad tan fea como dicen?
Si se ha hablado de estos temas, lo siento: no me enteré.