Una nota previa: Il trovatore me parece una de las tres grandes óperas de Verdi, junto con las dos últimas; es decir, tengo un especial afecto por esta ópera y no quiero ser imparcial. Vamos al caso.
Disfrute mucho. Hacía tiempo que una ópera "popular" no me hacía disfrutar tanto y tengo la suerte de poder decir, desde un principio y para disipar dudas, que este Il trovatore ha sido el mejor que he escuchado nunca. Habrá quien diga que con los cuatro anteriores la comparación no era procedente pero un servidor disfruto mucho y quiero reivindicar mi sana y franca sonrisa al finalizar la función.
Fui temeroso en el autobus por lo leído y escuchado; sin embargo, o cambiaron mucho las cosas del estreno a la segunda función o los gustos y criterios son tan disferentes que las sombras de uno son luces para otro.
El protagonista era Francisco Casanova que, si no se ha comprado un apartamento en Bilbao poco le faltará. Desde aquel majestuoso I masnadieri hasta los sustancialmente más pobres Poliuto y La battaglia di Legnano, Casanova nos ha ido dejando distintas sensaciones, no siendo ninguna de ellas la de la indiferencia. ¿Que Manrico nos tocaría?
Su aspecto físico ha mejorado un poco, lo que en su caso puede significar perder veinte kilos; ello no obsta para que siga teniendo en el (en su aspecto físico) su mayor problema, tanto escénico como canoro. Sin embargo, estuvo lejos de los espasmódicos ataques asmáticos de falta de oxígeno del año pasado y su voz, que es bella, corrio mucho más libre y se acentuaron sus mejores cualidades: fraseo, dicción, técnica que se plasma en medias voces e intentos de trinops que en Bilbao y en este papel jamás se han asomado. Quedan en mi infausto y pesonal recuerdo las voces de Kristian Johansson o José Cura (en Madrid), que perpetraron un Manrico de juzgado de guardia. Sin embargo Casanova nos ofreció un Manrico lírico, poco guerrero, más poeta que otra cosa y brillando en un Ah, si ben mio más que notable. Y esta es el aria verdiana por excelencia de esta ópera. Que su Pira fuera modesta no empaña una noche con ataques a frases de los que no se oyen, con un intento de reivindicar el canto sosegado frente al brutismo tan en boga. Mi aplauso.
Fiorenza Cedolins (otra que tiene pisito) brillo especialmente en el acto cuarto. Parecía como ausente cuando se transformó canora y escenícamente, se implicó y aparecio la Cedolins de la última Madama Butterfly: enérgica, valiente en los agudos, engancjada con un público entregado. Más que notable.
Irina Mishura fue la mejor actriz con diferencia (de hecho, fue la única que actuó de verdad) y dibujó una Azucena de manual; por lo que a la voz se refiere, cabría pedirle más contundencia en los graves, más oscuridad en la voz, pero su gitana fue aplaudida (hasta que cedolins apareció) como la mejor actuación.
Ambrogio Maestri tien voz para dar y tomas; otra cosa muy diferente es que acierte. Tiene el barítono un aria de ensueño en su Un ballen del mio sorriso y, por desgracia, Maestri perdió la oportunidad: dificultad en el ligado de las frases, cambios de color con un agudo blanquecino, golpeos continuos,... De aquel Falstaff que me encantó en Madrid hará unos cuatro años hasta ahora no siento que haya avanzado demasiado.
Que traigan a Oren Gradis para cantar el Ferrando y que apenas se note su presencia dice poco de el. Bien el Coro, a pesar de que Carminati, el director, se empeñó en descoordinarlos de la Orquesta en el primer cuadro de los gitanos. este, el director, parecía que hacía una tabla de gimnasia con los brazos, porque matices, intenciones,... apenas se apreciaron en la velada.
La producción, ni fu ni fa: oscura y veintiocho escalones dispuestos para desnucar a soprano que baje sola: valía para esta ópera como para cualquier otra. No me molestó.
Una velada notable: no llegamos a la magia de la "piel de gallina" pero disfrute mucho y eso, con Il trovatore, no es poco.
PD1: Casanova aprovechó la parte coral de la Pira para, disimuladamente, tomarse algo: un aerosol, un jarabe o algo parecido que llevaba en el bolsillo interior izquierdo.
PD2: tengo nuevas compañeras de abono de esas que se callan cuando acaba la obertura. Ya se sabe que la ópera es canto.
PD3: reencuentro con viejos y grandes amigos: el fantasma, piccolo, otros que no son del foro, que provocaron un momento muy agradable.
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