Lo que Alier dice en la Vanguardia de hoy lunes . Particualrmente, yo iré a la función de pasado mañana miércoles día 13.
" CRÍTICA DE ÓPERA
Excelente pero fascistoide
Elektra Autores: Richard Strauss, sobre libreto de Hoffmannsthal, basado en la tragedia de Sófocles. Intérpretes: Deborach Polaski, Éva Marton, Ann-Marie Backlund, Albert Dohmen, Graham Clark, Charles Hens. Coro y Orquesta del Liceu. Dirección: Sebastian Weigle Dirección escénica: Guy Joost. Coproducción del Liceu y La Monnaie/ De Munt de Bruselas Lugar y fecha: Gran Teatre del Liceu (9/ II/ 2008)
ROGER ALIER
Si puede ser útil empezar a las ocho de la tarde en el Liceu las funciones extensas, no lo resulta cuando son de la brevedad de Elektra:la manifestación de cada tarde y la densidad del tránsito a esa hora complican una asistencia que, empezada a las nueve, habría ahorrado prisas y dificultades. Total, para hallarse en la Rambla menos de dos horas después... quien llegó a tiempo.
Elektra,en manos de un director con la fuerza de Sebastian Weigle, resultó brillante y poderosa; la orquesta le respondió con gran contundencia. Quizá esa energía dificultó la labor de algunos cantantes, sobre todo la Chrysothemis sustituta (por enfermedad de Melanie Diener), la joven Ann-Marie Backlund, que cantó con elegancia y finura pero poca voz. Deborah Polaski, por supuesto, no tuvo problemas para hacer oír su voz fuerte y sana en el papel central, con la potencia debida pero también con matices afectuosos en los momentos cumbre; la veterana Éva Marton convenció del todo en su sugestiva interpretación, magnífica y solvente, de la tiránica
Klytämnestra. Espléndido Albert Dohmen en el papel de Orest, con voz poderosa y de gran impacto, y rejuvenecido y vital el Ägysth de Graham Clark, en un espléndido papel de diez brillantes minutos. Eficientes y convincentes la celadora y las demás sirvientas de corte fascistoide, muy distintas de la quinta sirvienta, delicadamente matizada por Henriikka Gröndahl. Los sirvientes también se hicieron notar, sobre todo el joven Charles Hens. Las intervenciones corales fueron muy ajustadas.
Una vez más tuvimos una producción que, sin destruir la obra con sandeces de mal gusto, complicó y alteró la narración escénica sin que se pudiera apreciar ventaja alguna en descentrar la historia tal como se nos presentó, con sirvientas guardianas de mal agüero, con pistola al cinto, con una caseta con guardiana sin sentido, pues en la casa palacio entraba todo el mundo, incluidos, muy pronto, Orest y su preceptor; la pobre
Elektra tenía su - elegante- camastro debajo de la caseta del guardián y exhibía continuamente el hacha que, según el libreto, tiene enterrada bajo tierra en espera de la venganza que anhela. Al final, sin que se sepa por qué, Orest resulta un asesino en serie en un marco neoclásico que el público pudo ver apenas medio minuto. Por cierto que la alegría de Elektra consiste en esgrimir el hacha otra vez, además de quemar sus harapos, pero no baila, pese a que el programa ensalza su danza ritual. Por qué vivía en tal lugar la madura elegante Klytämnestra, con servidoras enfermeras, es otro enigma que plantea sin sentido la producción, cuyo equipo, al contrario que el resto del personal, se llevó una bronca relativamente fuerte, que sin duda los llenó a todos de gozo. "
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tucker
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