En primer lugar, saludos a todos, porque, como ya habréis notado, soy nuevo en el foro. La verdad es que vistos los apasionados comentarios que el doble programa inaugural de esta temporada de la ABAO suscita, no he podido resistirme a daros mi opinión, después de volver de la última representación.
Como les sucede a algunos de vosotros, era mi primera experiencia viendo/oyendo en directo las dos obras. Bien por el "Castillo de Barbazul", incluso muy bien. Interesante la puesta en escena (salvo esa bobada de voces grabadas al principio que recordaban a los susurros de las vampiras malísimas del Drácula de Coppola, que me han hecho temerme lo peor) y mejores aún las voces. Francamente bien la orquesta y el maestro Mena, que sabe subrayar los momentos de gran lirismo que encierra una obra por lo demás sombría.
Lo de "Elektra" es otro cantar. A diferencia de lo que -por lo que contáis- pasó el día del estreno, a nadie le ha apetecido hoy patear nada. Tampoco me extraña, porque el programa era un poco gore para la noche de un lunes y con toda la semana por delante, con lo que todos han salido pitando. Ahora bien, eso no quiere decir que haya gustado; ni mucho menos, porque lo que nos gusta -aunque haya que madrugar al día siguiente- nos quedamos un ratito a a aplaudir.
No hace falta ser un viejo lobo de ópera para darse cuenta de esas cosas: a mis compañeros de butaca (por delante, por detrás y por los lados) y a mi mismo simplemente les ha dado la risa con esa petulante escena de la masacre final, a la que le sobran figurantes y disfraces que sólo buscan la típica provocación del director de escena-progre-antisistema para despertar nuestra aceporradas conciencias de pequeñoburgueses que van a la opera a lucirse. Ni que fuéramos gilipollas. Total que la catarsis trágica pensada por Hoffmansthal se queda en una especie de parodia de Vaya Semanita que lo menos que produce es una media sonrisa en el espectador más benevolente.
Tampoco me ha gustado la idea de la presencia de Agamenón muerto (ah no, que se pasea un momento para fumarse un cigarrito -¿de la risa?- con su esposa y asesina) constantemente en escena. Está claro que el director de escena tiene bien asumido el papel de guía espiritual y para que tengamos claro que el padre determina todas las acciones de la protagonista (y del resto de personajes) nos lo deja ahí en escena, no vaya a ser que nos despistemos (los pequeñoburgueses somos un poquito cortos).
En el apartado vocal, pues en fin, de tó. Muy bien Denoke (que ya nos gustó el año pasado), aunque hay que decir que cuenta a su favor con los momentos más lírico/audibles de la partitura, con lo que necesariamente nos tenía que gustar. También bien Janice Baird, aunque he tenido la sensación de cierto agotamiento, muy acentuado en la escena final en la que además de contra el comprensible cansancio lucha contra la legión de figurantes y el tableteo de la ametralladora. No voy a hablar del resto del reparto, aunque debo decir que no me ha gustado demasiado Reinhild Runkel como Klytemnestra (que sí, que vale, que eres muy mala y el personaje es todo un carácter, pero cantar alguna de las notas que pone la partitura de vez en cuando no estaría tampoco mal).
Aquí sí que el maestro Mena me ha entusiasmado menos; me ha dado la sensación de que estaba más preocupado de resaltar el impresionante y oprimente color orquestal que de la concertación con los cantantes. Una pena, porque un poquito más de cuidado en este aspecto hubiera restado monotonía a la partitura. Ojo, que es una partitura bien difícil y no creo que muchos nos tragaríamos la ópera entera de una sentada en nuestro sofá (quiero decir con esto que quizás mi impresión está condicionada porque tampoco es la obra que más me entusiasme de Strauss).
Pese a todo, le voy a dar un notable al conjunto de la representación, porque me ha parecido una propuesta interesante e incluso rompedora en la programación habitual de la ABAO. Una pena que nuestro amigo el director de escena (dramaturgo frustrado en realidad) haya banalizado la Elektra hasta hacer risible su significado.
Hay que aprender a patear sin complejos. En Salzburgo, en París o en cualquier teatro maduro patean sin tapujos lo que no les gusta. Y sin miedo alguno a que les llamen carcas...
Ex corde,
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